Tuesday, September 13, 2016

LA DEMOCRACIA MAL ENTENDIDA

Estamos viviendo una democracia mal entendida, con muchísimas fallas, pero democracia al fin. Todos estamos de acuerdo en que hay que cumplir la Ley, pero pocos la cumplimos cabalmente. Todos queremos una ciudad limpia, pero tiramos basuras a las calles como si fuera un deporte. Nos molesta el ruido de los vecinos cuando ponen música alta, pero no nos importa hacer lo mismo cuando se nos ocurre. Criticamos a los chóferes que se salen de los carriles de tránsito y a los que hablan por celulares, pero nos importa un carajo copiar esas imprudencias. La mayoría critica los fraudes electorales, pero los hace cuando le conviene. Si vamos a Estados Unidos o Europa, no nos atrevemos a tirar ni siquiera una colilla de cigarro a las calles, pero en nuestro país no nos importa tirar desde un auto una botella de vidrio de una cerveza o de refresco, para no hablar solo de la basura. Exigimos respeto al medio ambiente, pero no tenemos el más mínimo recato en dejar la basura de lo que comimos o bebimos a la orilla de un río, un lago o una playa. En general, todos reclamamos derechos, pero no cumplimos deberes. Entonces me pregunto, ¿hay moral para reclamar que seamos más civilizados?

Sunday, June 05, 2016

vacaciones

VACACIONES
Un día  decidí tomarme unas vacaciones, pues eso  de estar de vago sin vacaciones como que no cuadra. Una  tarde emprendi viaje a  Papúa Nueva Guinea, específicamente al norte de Australia, tras aceptar la invitación de un amigo. Si les cuento no acabo ahora, pero de todos modos lo haré, para que quiten esa mala cara, antes de que los mate de amargura, como si estuvieran oyendo a El Poeta Callejero. 
Les informo Papúa es un país soberano de Oceanía que ocupa la mitad oriental de la isla de Nueva Guinea y una numerosa cantidad de islas situadas alrededor de esta, cuya forma de gobierno es la monarquía parlamentaria. Su territorio está organizado en veintidós provincias y su capital y ciudad más poblada es Puerto Moresby. 
Papúa Nueva Guinea es uno de los países con más diversidad cultural del mundo y en donde se han contabilizado hasta 848 idiomas distintos, de los cuales 836 siguen hablándose. Pero, lamentablemente, no hablan el cibaeño.
Es uno de los países menos explorados, geográfica y culturalmente, y muchas especies de plantas y animales están aún todavía sin descubrir dentro del país. Igualito que aquí, donde aún falta descubrir a una variedad de leones afeitados que son famosos por su picoteo mayor en las arcas públicas. 
En mi viaje conocí a los korowais, llamados también kolufos. Se trata de un pueblo aborigen del sureste de Papúa Nueva Guinea. Son aproximadamente 3.000 personas. Hasta la década de 1970 no mantenían contacto con ningún otro pueblo que no fuera su propia gente. Consideraban a los pocos extranjeros que veían como laleo (demonios fantasmas). El primer contacto con antropólogos ocurrió el 17 de marzo de 1974. 
El afán de aventuras me llevó allí, sin pensar en las consecuencias, invitado por un amigo ricachón que me pagó el viaje. En el puerto no nos hicieron preguntas, pero algo sospeché cuando el inspector de Aduanas miró a mi amigo y se relamió los labios, como quien dice “este gordito debe saber a gloria”, mientras a mí me miraba con desprecio por mi endeble anatomía.
Nos instalamos en la choza de un conocido del ricachón, solo que hubo un problemita: las chozas de la aldea están construidas sobre árboles muy altos, para protegerse de los mosquitos. Las camas son como las barbacoas dominicanas de antes. Esa noche cenamos con una vaina rarísima, que parecía pupú amarillo de niño de recién nacido, acompañada de una especie de mabí que llamó mi atención. No quería tomarlo porque ya no bebo, pero como dizque era una especie de refresco, lo probé. ¡Guay mi madre, andalapalcarajo, para qué fue eso! Sencillamente, me quemé la lengua y pedía a gritos que llamaran a los bomberos, mientras nuestro anfitrión y su prole (unos diez carajitos) reían más que un político en campaña. 
El desayuno del día siguiente fue algo parecido, aunque esta vez contenía huevos revoleteados. Tenían un sabor más o menos bueno. Cuando pregunté qué clase de huevos eran, el dueño de la choza señaló un animalito más feo que Omega, que es mucho decir, parecido a un perrito con cara de iguana, patas de tortuga y rabito triangular, como los Eriacos de mi libro Las canciones del miedo.
Contratamos un guía para explorar los alrededores, pues nos dijeron que con buena suerte podríamos encontrar oro como si fueran flores silvestres. ---Carajo—me dije—por eso fue que en el puerto había un letrerito que decía: “Espérenos pronto, que somos sus amigos. Barrick Gold”.
El guía que nos acompañaba, medio parecido a Fefita la Grande, pero moreno y feísimo, se negó a seguir con nosotros. Cuando le preguntamos el por qué, nos dijo a través de un mozo traductor que le acompañaba:
--Jefe, guía decir que más adelante hay caníbales vegetarianos.
--¿Caníbales vegetarianos? Pero eso es una contradicción. 
Sin embargo, comprobé que era cierto cuando de la selva salió un explorador como alma que lleva el diablo, brotando sangre por manos y pies, advirtiéndonos a gritos:
--¡Caníbales vegetarianos! ¡Caníbales vegetarianos! ¡Solo comen palmas de las manos y plantas de los pies!
Mi carcajada frenó en seco cuando detrás de él salieron unos morenos más grandes que la miseria criolla, con ánimos de capturarnos. Mi amigo ricachón logró evadirse, pues el muy sabichoso había llevado un pequeño paracaídas, lanzándose por un precipicio de la montaña. No tuve esa suerte, sino que los caníbales me metieron en una olla en la que cabían cinco personas, prendiéndole fuego al fogón sobre el que se encontraba. No podía hacer nada, pues estaba amarrado de pies y manos. Cuando sentí que el agua se calentaba, comencé a reírme a carcajadas. Un intérprete del jefe de la tribu me preguntó por qué me reía tanto.
--Muy simple—le dije—acabo de cagarme en su sancocho.
¡Para qué fue eso! El jefe de la tribu se puso blanquito del pique. Sentí mucho no tener mi cámara a mano para retratarlo blanco por primera vez en su vida. 
No sé quien, quizás un caníbal arrepentido, armó un barullo diciéndole algo al jefe, que dio la orden para salir huyendo de aquel lugar. El tipo arrepentido me desató y me hizo una señal de que me fuera. En realidad, lo que sucedió fue que mi amigo improvisado le dijo al jefe que mi compañero el ricachón trajo de su embarcación a dos agentes de la AMET, dispuestos a ponerles multas a todos los caníbales por no tener su licencia al día.
Una vez en la capital de la aldea, si puede llamársele así a un montón de casuchas, pude enterarme de que allí había un negocio llamado “El peje que fuma”, igualito a uno que había en Villa Consuelo, en la capital dominicana. Efectivamente, era propiedad de un tipo que engañó a medio mundo llevándole clientes a Telex Free, la empresa norteamericana aquella que quebró. El tipo, que de loco no tenía nada, se metió clandestinamente en un barco y no se sabe cómo llegó a Papúa, donde se hizo enllave de Tongoro Kosongo, el caníbal más rico de la zona. Ese tipo es un hombre muy culto, pues me dijo que siempre leía a Sara Pérez, gracias a la red de Internet. Es el único que tiene una laptop en su choza, con baterías y todo, pues en la isla no hay energía eléctrica. La laptop se la regaló Leonel cuando era presidente y anduvo por estos predios como parte de sus giras internacionales. Kosongo es de la tribu de los korowais, que se desayunan con un muchachito frito, sin siquiera eructar, como Danilo Medina  de Balaguer.
El dominicano y el señor Kosongo fueron quienes pusieron “El peje que fuma”, con banca de lotería y todo, donde por cierto me hice amigo de una carajita igualita a Joseito Mateo. En vista del parecido, le pregunté si lo conocía. La morenita me dijo que no sabía nada, pero que su mamá le contaba que en una ocasión tuvo unos ardientes amores con un cantante “medio morenito” que llegó a Papúa de otro continente, igual que los chinos a América  en 1421. El tal cantante llevaba consigo un acordeón que le regaló un tal Guandulito, pero que se le quedó al marcharse después de bailar como diez merengues ante la tribu, donde El Negrito del Batey hizo furor. No me cabe la menor duda de que la chica esa es hija de Joseito, pues también tiene su mismo semblante y salero, además de que baila como un trompito. Nuestras relaciones se afirmaron mientras tuve en Papúa, hasta que cuando me disponía a retornar a mi país me topé con tamaña sorpresa: mi amigo el empresario se había ido con todo y barco, ametmaos incluidos.
Pero, como yo no me aprieto ante las dificultades, fabriqué una piragua y me lancé al mar, mientras mi amiguita, llorando a más no poder, me decía adiós con una torta de casabe en las manos que le servía de pañuelo. Porque es bueno que también se sepa que yo le enseñé a fabricar casabe, con fuego por abajo y fuego por arriba. Por abajo sobre todo.
En el mar tuve que luchar con serpientes marinas, comer algas y peces crudos, desechar miles de condones usados por marineros, aguantar un sol de madre, leer forzosamente el libro “Mi palabra”, de Hipólito Mejía, que algún enemigo mío puso en mi equipaje, todo con el exclusivo fin de no aburrirme, lo que resultó lo contrario. Luego de cruzar un mar proceloso pude por fin llegar a Indonesia, donde gracias a un comerciante árabe ascendiente de Luis Abinader y un chino de Pekín familia de los chinos de Bonao, en un barco de carga de su propiedad pude recalar en Australia, donde desde allí llamé al embajador  en España, Aníbal De Castro,  sabichoso colega que hizo gestiones para que se me trasladara a Santo Domingo, por orden del presidente Medina. Ese muchacho Aníbal  no tiene un pelo de tonto, pues es completamente calvo, según dice para diferenciarse de los pendejos brutos que tienen cabello.
Tras esas aventuras, ahora estoy aquí, matando mosquitos en medio de rico apagón, pero siempre dispuesto a servir a mis amigos.
De nada.


Tuesday, February 23, 2016

La tacañería política

Por
santiagoestrella200[@]yahoo.com 12:02 am Se el primero en comentar
Santiago Estrella Veloz
Santiago Estrella Veloz
Hace unos años me encontré con una figura pública de alto copete, con la que entablé una amable conversación política que por poco termina en un desagradable incidente.
El caso se debió a que ese ciudadano se atribuía el mérito de haber auspiciado una obra pública de gran impacto a favor de las comunidades campesinas, mientras yo sostenía que ese honor correspondía a su antecesor. El hombre no me llamó mentiroso de casualidad, pero insistió en que era el autor de la obra, cuando simplemente la inaguró, pues la encontró hecha.
Sin dudas se trató de una tacañería política, tal como sucede ahora cuando se enjuicia la labor del presidente Danilo Medina, que aunque personalmente no me simpatiza, quizás porque nunca lo he tratado, tiene irrefutables aciertos en cuanto a obras que benefician a los menos pudientes de nuestro pueblo, algo por lo que muchos dominicanos y dominicanas lucharon, aportando su sangre generosa.
Los políticos que adversan a Medina nunca le reconocen nada positivo, excepto el expresidente Hipólito Mejía, quien con justa razón consideró como una obra “profundamente humana” el habitacional que construye el Gobierno para alojar a gente pobrísima que vive en el lodo, a orillas del río Ozama, en un sitio llamado La Barquita de Santa Cruz.
Eso me recuerda el trato que siempre dio la oposición a Balaguer. Solo le reconocían, a regañadientes, que detuvo la deforestación. Pero nunca elogió la construcción de las presas de embalses, hospitales, escuelas, avenidas, multifamiliares, carreteras, caminos vecinales, centros deportivos y otras obras de interés social.
Hoy, igual que antes, con su tacañería política la oposición es incapaz de señalar como buena una sola obra de Medina. Me resisto a creer que todo lo que ha hecho en cuatro años es malo.
Espero la andanada. Tengo menudo para devolver.

La tacañerìa politica

La tacañería política

Por
santiagoestrella200[@]yahoo.com 12:02 am Se el primero en comentar
Santiago Estrella Veloz
Santiago Estrella Veloz
Hace unos años me encontré con una figura pública de alto copete, con la que entablé una amable conversación política que por poco termina en un desagradable incidente.
El caso se debió a que ese ciudadano se atribuía el mérito de haber auspiciado una obra pública de gran impacto a favor de las comunidades campesinas, mientras yo sostenía que ese honor correspondía a su antecesor. El hombre no me llamó mentiroso de casualidad, pero insistió en que era el autor de la obra, cuando simplemente la inaguró, pues la encontró hecha.
Sin dudas se trató de una tacañería política, tal como sucede ahora cuando se enjuicia la labor del presidente Danilo Medina, que aunque personalmente no me simpatiza, quizás porque nunca lo he tratado, tiene irrefutables aciertos en cuanto a obras que benefician a los menos pudientes de nuestro pueblo, algo por lo que muchos dominicanos y dominicanas lucharon, aportando su sangre generosa.
Los políticos que adversan a Medina nunca le reconocen nada positivo, excepto el expresidente Hipólito Mejía, quien con justa razón consideró como una obra “profundamente humana” el habitacional que construye el Gobierno para alojar a gente pobrísima que vive en el lodo, a orillas del río Ozama, en un sitio llamado La Barquita de Santa Cruz.
Eso me recuerda el trato que siempre dio la oposición a Balaguer. Solo le reconocían, a regañadientes, que detuvo la deforestación. Pero nunca elogió la construcción de las presas de embalses, hospitales, escuelas, avenidas, multifamiliares, carreteras, caminos vecinales, centros deportivos y otras obras de interés social.
Hoy, igual que antes, con su tacañería política la oposición es incapaz de señalar como buena una sola obra de Medina. Me resisto a creer que todo lo que ha hecho en cuatro años es malo.
Espero la andanada. Tengo menudo para devolver.

Wednesday, October 15, 2014

Clientelismo politico

Si hay algo que sobra en la Repùblica Dominicana son los funcionarios que han llegado a los cargos no por su capacidad o experiencia, sino por el clientelismo político. Es por eso que con frecuencia vemos que un agrónomo sea designado Director de Bellas Artes, un ingeniero Ministro de Educación o un licenciado en Educación en el Ministerio de esa rama. Eso no solo provoca burlas, sino que hace de esas dependencias organismos infuncionales, pues por más asesores que se busquen, los titulares nunca dan pie con pola, porque aplican consideraciones políticas a la hora de tomar decisiones.
Cuando hacen un mal papel que trasciende a la opinión pública, son destituidos de un plumazo y entonces tienen que irse con el rabito entre las piernas a freir  tusas, mientras el pueblo ríe a carcajadas. Solo cuando se tome en cuenta la capacidad de cada quien, tendremos funcionarios eficientes.

Wednesday, May 09, 2012

Olivorio Mateo: entre la realidad y la ficciónLa primera vez que tuve noticias de la comunidad de Palma Sola fue el 23 de noviembre de 1962, más de un mes antes de los acontecimientos del 28 de diciembre de ese año, de manera que en diciembre próximo se cumplirán 50 años de tan horrorosa historia. Era muy joven entonces y me había iniciado en el periodismo en el meridiano La Nación, cubría la fuente de la policía y nos convocaron a una conferencia de prensa para mostrarnos a 167 dominicanos detenidos como resultado de un primer encuentro entre los seguidores de Olivorio u Liborio Mateo y la policía. En esos incidentes, ocurridos en Las Matas de Farfán, resultaron heridos tres policías y veinte civiles. La policía mostró a la prensa decenas de machetes, garrotes, cuchillos y puñales, ocupados a los detenidos. Confieso que todavía pervive en mi memoria aquella penosa escena, en el estacionamiento del Palacio de la Policía. Los detenidos eran campesinos pobres, andrajosos, la mayoría descalza y hambrienta, y muchos de ellos habían sido golpeados rudamente al momento de su detención. La policía dijo entonces que serían sometidos a la Justicia por alterar el orden y por no haber concurrido a las urnas en las elecciones de tres días antes. Sin embargo, luego fueron liberados, no sin antes advertírseles que la pasarían “muy mal” si volvían a caer presos por alterar el orden público, por no cumplir con el deber cívico del voto y por rendir culto a Liborio, un personaje esperpéntico que logró llamar la atención de miles de seguidores en todo el país, quienes iban a visitarle a Palma Sola para oir sus prédicas y recibir sus bendiciones en el nombre de Dios. Olivorio Mateo me recuerda la historia de Domingo Zárate Vega, el campesino chileno que en los años 50 proclamó ser “el nuevo Mesías” en pleno valle de Elqui, poniendo de cabeza a las autoridades de la época. En 1927, cuando tenía 29 años, modificó su vida al afirmar que frecuentemente se le aparecían personajes divinos. Pronto comenzó a tener seguidores a quienes bautizaba en el río Elqui. Olivorio Mateo hizo lo mismo a partir de 1907, cuando creó un verdadero ejército de hombres armados que le protegían mientras predicaba. Según relatos de viejos sanjuaneros, entre esos seguidores había criminales y ladrones que huían de la justicia, además de prostitutas que participaban en bacanales a cambio de dinero proveniente del contrabando de clerén por la frontera con Haití. Otros vivían de lo que producían en pequeños conucos de subsistencia o como peones de fincas vecinas. Igual que sucedió en la República Dominicana, donde la Iglesia Católica denunció a Olivorio Mateo, en Chile el Obispo de La Serena, José María Caro, el 25 de abril de 1931 escribió una Carta Pastoral donde señaló: “Se ha presentado entre vosotros un pobre iluso, de los que hay muchos en el manicomio, al cual los fieles…lo han acogido como el enviado de Dios, como el mismo Mesías, nada menos, y le han formado una comitiva de apóstoles creyentes”. En mi opinión, Olivorio Mateo no fue más que un alucinado, de esos que frecuentemente aparecen en muchos países, que sufría de un delirio místico crónico, que trocó su vida de peón constructor de cercas de alambre, a la oratoria evangelizadora, a veces casi ininteligible, con una vestimenta casi hecha pedazos, una sandalias sencillas—soletas, dicen en los campos—y por una barba hirsuta y cabellera que crecieron libremente. A las prédicas de Cristo de Elqui, igual que a las de Olivorio, concurrían cientos de personas, sin dejar de provocar burlas entre los más incrédulos. Fueron miles los que creyeron en Olivorio. Al solo hecho de verlo, las personas se arrodillaban o le besaban la mano y, a la vez, le daban gracias por sus palabras, a menudo con un fanatismo producto de la ignorancia. Olivorio Mateo y El Cristo de Elqui, cada uno en su tierra, se hicieron amigos de los enfermos, viejos, huérfanos, fugitivos y desvalidos, de los “pobres de espíritu” y por sobre todo de las madres solteras. Los dos, siendo campesinos, contestaban preguntas, con respuestas desatinadas; polemizaban y daban consejos mediante parábolas dentro de sus limitaciones expresivas, aparte de que eran curanderos que recomendaban brebajes que supuestamente los liberarían de sus enfermedades. Los dos eran desapegados de las cosas materiales. El Cristo de Elqui se buscó una prostituta que convirtió en su amante—Magdalena—una creyente tan fervorosa que cargaba siempre una virgen de madera, cuya cabeza cubría con un paño cuando recibía a sus clientes para la ejercitación de movimientos pélvicos “non sanctus”. Olivorio tenía no una, sino tres barraganas, con las cuales procreó quince hijos. Una de sus preferidas vivía en Las Matas de Farfán. Olivorio murió en combate, mientras que el llamado Cristo de Elqui falleció olvidado a los 73 años. Los dos, el dominicano y el chileno, despertaron la burla, la indignación, las fantasías y la adoración. La historia del Cristo de Elqui fue magníficamente recogida en una novela de Hernán Rivera Letelier, El arte de la Resurrección, ganadora del Premio Alfaguara 2010. (1) En el caso de Olivorio, la prensa de entonces, principalmente el periódico El Cable (2), de San Juan de la Maguana, llamaba la atención sobre el peligro que podría representar ese hombre para la seguridad pública, a tal extremo que personalidades de la villa apelaron al Gobierno Militar de Ocupación, solicitándole que pusiera coto a sus desmanes, pues hubo un momento en que el predicador y sus seguidores llegaron a incursionar a menos de un kilómetro del poblado, borrachos y disparando tiros al aire, todos con pañoletas en la cabeza con pedrería barata que era uno de sus símbolos distintivos. Esa queja fue la que determinó la persecución de que fueron objeto Olivorio y compartes, produciéndose numerosas escaramuzas en las que hubo muertos y heridos, entre ellos solados norteamericanos, hasta que finalmente las tropas extranjeras y miembros de la entonces Guardia Republicana, dieron muerte a Olivorio el 27 de junio de 1922, en el sitio llamado La Hoya del Infierno, cordillera adentro por los lados de Bánica, según testimonio recogido por el escritor Emigdio Osvaldo Garrido Puello, en un libro que escribió sobre el mencionado personaje. Garrido Puello era una autoridad para hablar de Olivorio, pues le conoció personalmente y entrevistó a muchos de sus seguidores. (3) “Olivorio—dice Garrido Puello—pudo haber sido un episodio intrascendente, una ráfaga aficionada que pasa, un momento de locura en la vida accidentada de un pueblo; pero la ignorancia y la incuria le dieron vigencia, lo transformaron en realidad y le hicieron una historia que aunque sucia y fea, pesará siempre sobre San Juan de la Maguana como una montaña” (4) Sin embargo, a pesar de esos juicios, gente culta de San Juan de la Maguana, sobre todo en la zona urbana, cree en el “olivorismo”, sin ser militantes, aunque también se confiesan católicos, lo que demuestra un sincretismo religioso. Es probable que por esa razón la Iglesia Católica sea ahora más tolerante con el “olivorismo”, quizás ante el temor de perder fieles. Conocí y traté a Garrido Puello, apodado don Badín, quien siempre me hablaba de ese tema. Incluso le compré un solar donde fabriqué mi casa en Manoguayabo. Hay quienes sostienen que Olivorio Mateo fue un antiimperialista porque se enfrentó a las tropas norteamericanas que le perseguían. No creo que el personaje en cuestión tuviera una noción de Patria como para defenderla como hicieron los guerrilleros del Este a partir de 1916 sin ser fanáticos religiosos, sino que sencillamente se defendió porque era perseguido junto a sus hombres. No he visto un solo documento que pruebe que el brujo cocolo llamado Samuel, su lugarteniente, le indujera a ser antiimperialista. Los diferentes gobiernos se habían hecho de la vista gorda ante la existencia del olivorismo, hasta que su líder fue muerto. Olivorio creó a su alrededor una aureola llena de misterio y misticismo, asegurándose que tenía la facultad de hacerse invisible, curar dolencias, resucitar muertos y otras creencias similares. Sus seguidores crearon prácticas religiosas mesiánicas bajo el amparo del olivorismo, las cuales pervivieron por cerca de 40 años luego de la muerte de Olivorio Mateo, y que aún perviven en la región sur de la República. Como parte de su culto en la región, quedó la idea de la creación de un movimiento capaz de luchar por la salvación del mundo. Esto fue recogido en 1962 por los hermanos mellizos Ventura Rodríguez, quienes crearon en el paraje llamado Palma Sola, un movimiento que seguía las prédicas de Olivorio Mateo, con seguidores incluso en el Cibao, por los lados de la Cordillera Central (5). En varias ocasiones se conminó a los mellizos a desalojar a sus seguidores de ese lugar, a lo que éstos se negaban, diciendo que no temían a las balas “porque se convertirán en copos de algodón” (6). Posteriormente fue apresado uno de los mellizos y trasladado a la ciudad de Santo Domingo, para ser interrogado, presumiéndose que fue presionado para que abandonara el propósito de concentrar personas en Palma Sola. En realidad, además de los mellizos, había otro hermano: se llamaban Hilario, Eloy y Manuel Ventura, quienes revivieron el culto a Olivorio. El detenido fue llevado en helicóptero a Palma Sola desde la capital para que exhortara por altavoces a los cientos de creyentes que se encontraban en el lugar. La mayoría, por no decir todos, se resistió al llamado. Los primeros reportajes previos a la matanza fueron publicados los días 19 y 20 de noviembre por el periódico El Caribe, bajo la firma del periodista Radhamés V. Gómez Pepín, actual Director del vespertino El Nacional. Con anterioridad, el día 4 de noviembre, 42 organizaciones de San Juan y Las Matas de Farfán dieron un plazo de ocho días al Consejo de Estado “para que terminara esa anormalidad bochornosa, que está causando considerables deterioro a las buenas costumbres, la religión y la economía de una amplia zona del centro sur del país”. Los firmantes del documento amenazaron con apelar “a todos los procedimientos, agotando totas las acciones a nuestro alcance para que finalice este estado de primitivismo, inexplicablemente tolerado, que constituye una afrenta para la región”. El Caribe había publicado tres editoriales, el más contundente de ellos el 8 de diciembre, en el que decía que “a pesar de que es un hecho comprobado que en el sur del país han logrado someter a su voluntad millares de ingenuos campesinos mediante supercherías…las autoridades no han hecho nada para poner coto a estos antisociales. El día 11 de diciembre, el entonces procurador general de la República, Manuel García Vásquez, anunció que viajaría a Palma Sola “para actuar y buscar una solución al caso”, para luego añadir: “El gobierno (vale decir, el Consejo de Estado) atiende las peticiones de los Ayuntamientos y de la región sur de la República para que se ponga coto al ejercicio de la superchería en aquella zona”. Para el día siguiente, 12 de diciembre, se había anunciado una paralización total de las actividades en San Juan de la Maguana y Las Matas de Farfán, “en caso de que las autoridades no se decidieran a terminar con la labor de superchería de los mellizos, iniciadas hace más de un año”. El caso tomó un giro político cuando el gobernador de San Juan, Alberto Dimaggio, entregó a El Caribe algunas notas recogidas durante su visita a Palma Sola, en las que se afirmaba que el nombrado Domingo Antonio Bautista “se dedicaba a inscribir a los creyentes en la Unión Cívica Nacional”, que representaba la derecha reaccionaria de entonces y de la que formaban parte algunos miembros del Consejo de Estado. Sin embargo, en el periódico La Nación, días antes, acusaba de esa labor al Partido Revolucionario (PRD) y al Partido Nacionalista Revolucionario Dominicano (PNRD), cuyo líder era el general Miguel Angel Ramírez Alcántara, un legendario antitrujillista considerado un héroe por haber peleado en Costa Rica, junto a José Figueres, en la guerra que se inició en 1948, cuando el Congreso de ese país se negó a reconocer el triunfo del opositor Otilio Utate Blanco. La versión ofrecida por La Nación es la que más creo, pues Ramírez Alcántara era nativo de San Juan e incluso tenía muchos simpatizantes entre los campesinos, entre ellos los olivoristas. Ramírez Alcántara, quien permaneció exiliado durante toda la Era de Trujillo, retornó al país tras la caída de la dictadura y formó el PNRD, que desapareció tras su muerte. La prueba de su popularidad en San Juan es que salió electo Senador de la República en las elecciones de 1962. Su elección pudo haber sido vista con recelo por altos estamentos de Poder, pues entonces se debía que el PNRD había formalizado una alianza con la Agrupación Política 14 de Junio, para que le apoyara en San Juan. No hay que olvida que el 14 de Junio no participó en esas elecciones. Según el escritor Wenceslao Figuereo (7) la Iglesia se oponía—y se opone—al olivorismo “pues ve en él una competencia en cuanto a las creencias de la gente. Prueba de esto lo constituyen las declaraciones del entonces obispo de San Juan, el norteamericano Thomas F. O´Reilly, y los curas redentoristas también norteamericanos, de la Diócesis de Las Matas de Farfán, protagonistas de primer orden en la Matanza de Palma Sola, junto con los militares y civiles neo trujillistas que los secundaron en su acción en acción dantesca de corte fascista”. Es entonces cuando el 28 de diciembre se produjo la cacería de campesinos indefensos, de parte de fuerzas militares y policiales, produciéndose como resultado una supuesta “confusión” en las tropas, resultando muertos y heridos algunos miembros de los cuerpos armados. Fueron tantos los muertos, que en aquella oportunidad se dijo que se cavaron fosas comunes para depositar los cadáveres. Uno de los mellizos murió en la balacera. El general Miguel A. Rodríguez Reyes, quien comandaba las tropas del Ejército, también cayó abatido a balazos, mientras militares de su escolta salieron heridos, sin conocerse hasta ahora los pormenores verídicos del caso. Nunca se hizo una autopsia al cadáver del general Rodríguez Reyes, al menos que yo sepa, que habría arrojado luz acerca de qué tipo de arma lo mató. Hay quienes mantienen la tesis de que la matanza fue provocada para tenderle una trampa al mencionado general, que se perfilaba como el futuro Ministro de las Fuerzas Armadas del Gobierno de Bosch. Personalmente no creo que fuera así, a menos que alguien estuviera volviéndose loco, pues tratar de impedir asumir la Presidencia a un hombre que logró el 59.53 por ciento de los votos en las primeras elecciones libre y limpias tras el ajusticiamiento de Trujillo, posiblemente habría provocado una insurrección popular y un amplio repudio de la comunidad internacional. No hay que olvidar que para esos días estaba en el Poder el liberal norteamericano John F. Kennedy, quien bastante tenía con el conflicto de Vietnam, en el que Estados Unidos estaba involucrado, pero además afectado todavía políticamente con motivo de la derrotada invasión de Bahía de Cochinos, en Cuba, en la que participaron exiliados cubanos entrenados, financiados y dirigidos por la CIA, en abril de 1961. El olivorismo, no cabe duda, forma parte del entramado popular dominicano, caracterizado por prácticas mágico-religiosas, que nos se puede eliminar por la fuerza de las armas, ni por Resoluciones o Decretos. Estoy convencido de que sucesos como los de Palma Sola se producen como resultado del abandono de que tradicionalmente han sido víctimas los campesinos por los diferentes gobiernos, especialmente en cuanto se refiere a proporcionarles una mejor calidad de vida y mayor educación, para liberarlos de las mañas de los brujos, curanderos y fanáticos religiosos. Mientras no se conceda más apoyo a la educación, privilegiándola para que sea de calidad, no para crear más burocracia, se corre el riesgo de que se produzcan hechos como los de Palma Sola, donde todavía hoy continúa practicándose el culto a Olivorio Mateo. Muchas gracias por escucharme. Bibliografía (1) El arte de la Resurrección. Hernán Rivera Letelier. Editora Alfaguara, 2010. (2) El Cable, periódico sanjuanero que circuló ampliamente dentro y fuera del país en los años 20, entre 1921 y 1930, fundado y dirigido por E. O. Garrido Puello. (3) Véase “Perlas de la pluma de los Garrido”, de Edgar Valenzuela, volumen LXXXIII, publicado por el Archivo General de la Nación, Santo Domingo, 2009. (4)E.O. Garrido Puello. Olivorio Mateo, ensayo histórico, Santo Domingo, Librería Dominicana, 1963. (5)Carlos Andújar Presinal. Meditaciones de Cultura. Laberintos de la Dominicanidad. Archivo General de la Nación, volumen CLII, Santo Domingo, 2012. (6)Arnulfo Mateo Pérez, siquiatra infantil. Los mellizos de Palma Sola, publicado en el portal de Internet Barrigaverde. Net, el 20 de agosto de 2001. (7) Wenceslao Figuereo. Apuntes históricos de San Juan. En Internet. Ponencia presentada por el periodista y escritor Santiago Estrella Veloz, el 5 de mayo de 2012, con motivo de la XV versión de la Feria Internacional del Libro, Santo Domingo, República Dominicana.


La primera vez que tuve noticias de la comunidad de Palma Sola fue el 23 de noviembre de 1962, más de un mes antes de los acontecimientos del 28 de diciembre de ese año, de manera que en diciembre próximo se cumplirán 50 años de tan horrorosa historia.
Era muy joven entonces y me había iniciado en el periodismo en el meridiano La Nación, cubría la fuente de la policía y nos convocaron a una conferencia de prensa para mostrarnos a 167 dominicanos detenidos como resultado de un primer encuentro entre los seguidores de Olivorio u Liborio Mateo y la policía. En esos incidentes, ocurridos en Las Matas de Farfán, resultaron heridos tres policías y veinte civiles. La policía mostró a la prensa decenas de machetes, garrotes, cuchillos y puñales, ocupados a los detenidos.
Confieso que todavía pervive en mi memoria aquella penosa escena, en el estacionamiento del Palacio de la Policía. Los detenidos eran campesinos pobres, andrajosos, la mayoría descalza y hambrienta, y muchos de ellos habían sido golpeados rudamente al momento de su detención. La policía dijo entonces que serían sometidos a la Justicia por alterar el orden y por no haber concurrido a las urnas en las elecciones de tres días antes. Sin embargo, luego fueron liberados, no sin antes advertírseles que la pasarían “muy mal” si volvían a caer presos por alterar el orden público, por no cumplir con el deber cívico del voto y por rendir culto a Liborio, un personaje esperpéntico que logró llamar la atención de miles de seguidores en todo el país, quienes iban a visitarle a Palma Sola para oir sus prédicas y recibir sus bendiciones en el nombre de Dios.
Olivorio Mateo me recuerda la historia de Domingo Zárate Vega, el campesino chileno que en los años 50 proclamó ser “el nuevo Mesías” en pleno valle de Elqui, poniendo de cabeza a las autoridades de la época. En 1927, cuando tenía 29 años, modificó su vida al afirmar que frecuentemente se le aparecían personajes divinos. Pronto comenzó a tener seguidores a quienes bautizaba en el río Elqui. Olivorio Mateo hizo lo mismo a partir de 1907, cuando creó un verdadero ejército de hombres armados que le protegían mientras predicaba. Según relatos de viejos sanjuaneros, entre esos seguidores había criminales y ladrones que huían de la justicia, además de prostitutas que participaban en bacanales a cambio de dinero proveniente del contrabando de clerén por la frontera con Haití. Otros vivían de lo que producían en pequeños conucos de subsistencia o como peones de fincas vecinas.
Igual que sucedió en la República Dominicana, donde la Iglesia Católica denunció a Olivorio Mateo, en Chile el Obispo de La Serena, José María Caro, el 25 de abril de 1931 escribió una Carta Pastoral donde señaló: “Se ha presentado entre vosotros un pobre iluso, de los que hay muchos en el manicomio, al cual los fieles…lo han acogido como el enviado de Dios, como el mismo Mesías, nada menos, y le han formado una comitiva de apóstoles creyentes”.
En mi opinión, Olivorio Mateo no fue más que un alucinado, de esos que frecuentemente aparecen en muchos países, que sufría de un delirio místico crónico, que trocó su vida de peón constructor de cercas de alambre, a la oratoria evangelizadora, a veces casi ininteligible,  con una vestimenta casi hecha pedazos, una sandalias sencillas—soletas, dicen en los campos—y por una barba hirsuta y cabellera que crecieron libremente.
A las prédicas de Cristo de Elqui, igual que a las de Olivorio, concurrían cientos de personas, sin dejar de provocar burlas entre los más incrédulos.
Fueron miles los que creyeron en Olivorio. Al solo hecho de verlo, las personas se arrodillaban o le besaban la mano y, a la vez, le daban gracias por sus palabras, a menudo con un fanatismo producto de la ignorancia.
Olivorio Mateo y El Cristo de Elqui, cada uno en su tierra, se hicieron amigos de los enfermos, viejos, huérfanos, fugitivos y desvalidos, de los “pobres de espíritu” y por sobre todo de las madres solteras. Los dos, siendo campesinos, contestaban preguntas, con respuestas desatinadas; polemizaban y daban consejos mediante parábolas dentro de sus limitaciones expresivas, aparte de que eran curanderos que recomendaban brebajes que supuestamente los liberarían de sus enfermedades. Los dos eran desapegados de las cosas materiales. El Cristo de Elqui se buscó una prostituta que convirtió en su amante—Magdalena—una creyente tan fervorosa que cargaba siempre  una virgen de madera, cuya cabeza cubría con un paño cuando recibía a sus clientes para la ejercitación de movimientos pélvicos “non sanctus”.
Olivorio tenía no una, sino tres barraganas, con las cuales procreó quince hijos. Una de sus preferidas vivía en Las Matas de Farfán.  Olivorio murió en combate, mientras que el llamado Cristo de Elqui falleció olvidado a los 73 años.
Los dos, el dominicano y el chileno, despertaron la burla, la indignación, las fantasías y la adoración. La historia del Cristo de Elqui fue magníficamente recogida en una novela de Hernán Rivera Letelier, El arte de la Resurrección, ganadora del Premio Alfaguara 2010. (1)
En el caso de Olivorio, la prensa de entonces, principalmente el periódico El Cable (2), de San Juan de la Maguana, llamaba la atención sobre el peligro que podría representar ese hombre para la seguridad pública, a tal extremo que personalidades de la villa apelaron al Gobierno Militar de Ocupación, solicitándole que pusiera coto a sus desmanes, pues hubo un momento en que el predicador y sus seguidores llegaron a incursionar a menos de un kilómetro del poblado, borrachos y disparando tiros al aire, todos con pañoletas en la cabeza con pedrería barata que era uno de sus símbolos distintivos.
Esa queja fue la que determinó la persecución de que fueron objeto Olivorio y compartes, produciéndose numerosas escaramuzas en las que hubo muertos y heridos, entre ellos solados norteamericanos, hasta que finalmente las tropas extranjeras y miembros de la entonces Guardia Republicana, dieron muerte a Olivorio el 27 de junio de 1922, en el sitio llamado La Hoya del Infierno, cordillera adentro por los lados de Bánica, según testimonio recogido por el escritor Emigdio Osvaldo Garrido Puello, en un libro que escribió sobre el mencionado personaje.
Garrido Puello era una autoridad para hablar de Olivorio, pues le conoció personalmente y entrevistó a muchos de sus seguidores. (3)
“Olivorio—dice Garrido Puello—pudo haber sido un episodio intrascendente, una ráfaga aficionada que pasa, un momento de locura en la vida accidentada de un pueblo; pero la ignorancia y la incuria le dieron vigencia, lo transformaron en realidad y le hicieron una historia que aunque sucia y fea, pesará siempre sobre San Juan de la Maguana como una montaña” (4)
Sin embargo, a pesar de esos juicios, gente culta de San Juan de la Maguana, sobre todo en la zona urbana, cree en el “olivorismo”, sin ser militantes, aunque también se confiesan católicos, lo que demuestra un sincretismo religioso. Es probable  que por esa razón la Iglesia Católica sea ahora más tolerante con el “olivorismo”, quizás ante el temor de perder fieles.
Conocí y traté a Garrido Puello, apodado don Badín, quien siempre me hablaba de ese tema. Incluso le compré un solar donde fabriqué mi casa en Manoguayabo.
Hay quienes sostienen que Olivorio Mateo fue un antiimperialista porque se enfrentó a las tropas norteamericanas que le perseguían. No creo que el personaje en cuestión tuviera una noción de Patria como para defenderla como hicieron los guerrilleros del Este a partir de 1916 sin ser fanáticos religiosos, sino que sencillamente se defendió porque era perseguido junto a sus hombres. No he visto un solo documento que pruebe que el brujo cocolo llamado Samuel, su lugarteniente, le indujera a ser antiimperialista.
Los diferentes gobiernos se habían hecho de la vista gorda ante la existencia del olivorismo, hasta que su líder fue muerto. Olivorio creó a su alrededor una aureola llena de misterio y misticismo, asegurándose que tenía la facultad de hacerse invisible, curar dolencias, resucitar muertos y otras creencias similares. Sus seguidores crearon prácticas religiosas mesiánicas bajo el amparo del olivorismo, las cuales pervivieron por cerca de 40 años luego de la muerte de Olivorio Mateo, y que aún perviven en la región sur de la República.

Como parte de su culto en la región, quedó la idea de la creación de un movimiento capaz de luchar por la salvación del mundo. Esto fue recogido en 1962 por los hermanos mellizos Ventura Rodríguez, quienes crearon en el paraje llamado Palma Sola, un movimiento que seguía las prédicas de Olivorio Mateo, con seguidores incluso en el Cibao, por los lados de la Cordillera Central (5).
En varias ocasiones se conminó a los mellizos a desalojar a sus seguidores de ese lugar, a lo que éstos se negaban, diciendo que no temían a las balas “porque se convertirán en copos de algodón” (6). Posteriormente fue apresado uno de los mellizos y trasladado a la ciudad de Santo Domingo, para ser interrogado, presumiéndose que fue presionado para que abandonara el propósito de concentrar personas en Palma Sola. En realidad, además de los mellizos, había otro hermano: se llamaban Hilario, Eloy y Manuel Ventura, quienes revivieron el culto a Olivorio. El detenido fue llevado en helicóptero a Palma Sola desde la capital para que exhortara por altavoces a los cientos de creyentes que se encontraban en el lugar. La mayoría, por no decir todos, se resistió al llamado.
Los primeros reportajes previos a la matanza fueron publicados los días 19 y 20 de noviembre por el periódico El Caribe, bajo la firma del periodista Radhamés V. Gómez Pepín, actual Director del vespertino El Nacional.
Con anterioridad, el día 4 de noviembre, 42 organizaciones de San Juan y Las Matas de Farfán dieron un plazo de ocho días al Consejo de Estado “para que terminara esa anormalidad bochornosa, que está causando considerables deterioro a las buenas costumbres, la religión y la economía de una amplia zona del centro sur del país”.
Los firmantes del documento amenazaron con apelar “a todos los procedimientos, agotando totas las acciones a nuestro alcance para que finalice este estado de primitivismo, inexplicablemente tolerado, que constituye una afrenta para la región”.


El Caribe había publicado tres editoriales, el más contundente de ellos el 8 de diciembre, en el que decía que “a pesar de que es un hecho comprobado que en el sur del país han logrado someter a su voluntad millares de ingenuos campesinos  mediante supercherías…las autoridades no han hecho nada para poner coto a estos antisociales.
El día 11 de diciembre, el entonces procurador general de la República, Manuel García Vásquez, anunció que viajaría a Palma Sola “para actuar y buscar una solución al caso”, para luego añadir: “El gobierno (vale decir, el Consejo de Estado) atiende las peticiones de los Ayuntamientos y de la región sur de la República para que se ponga coto al ejercicio de la superchería en aquella zona”.
Para el día siguiente, 12 de diciembre, se había anunciado una paralización total de las actividades en San Juan de la Maguana y Las Matas de Farfán, “en caso de que las autoridades no se decidieran a terminar con la labor de superchería de los mellizos, iniciadas hace más de un año”.
El caso tomó un giro político cuando el gobernador de San Juan, Alberto Dimaggio, entregó a El Caribe algunas notas recogidas durante su visita a Palma Sola, en las que se afirmaba que el nombrado Domingo Antonio Bautista “se dedicaba a inscribir a los creyentes en la Unión Cívica Nacional”, que representaba la derecha reaccionaria de entonces y de la que formaban parte algunos miembros del Consejo de Estado.
Sin embargo, en el periódico La Nación, días antes, acusaba de esa labor al Partido Revolucionario (PRD) y al Partido Nacionalista Revolucionario Dominicano (PNRD), cuyo líder era el general Miguel Angel Ramírez Alcántara, un legendario antitrujillista considerado un héroe por haber peleado en Costa Rica, junto a José Figueres, en la guerra que se inició en 1948, cuando el Congreso de ese país se negó a reconocer el triunfo del opositor Otilio Utate Blanco.
La versión ofrecida por La Nación es la que más creo, pues Ramírez Alcántara era nativo de San Juan e incluso tenía muchos simpatizantes entre los campesinos, entre ellos los olivoristas.
Ramírez Alcántara, quien permaneció exiliado durante toda la Era de Trujillo, retornó al país tras la caída de la dictadura y formó el PNRD, que desapareció tras su muerte.
La prueba de su popularidad en San Juan es que salió electo Senador de la República en las elecciones de 1962. Su elección pudo haber sido vista con recelo por altos estamentos de Poder, pues entonces se debía que el PNRD había formalizado una alianza con la Agrupación Política 14 de Junio, para que le apoyara en San Juan. No hay que olvida que el 14 de Junio no participó en esas elecciones.
Según el escritor Wenceslao Figuereo (7) la Iglesia se oponía—y se opone—al olivorismo  “pues ve en él una competencia en cuanto a las creencias de la gente. Prueba de esto lo constituyen las declaraciones del entonces obispo de San Juan, el norteamericano Thomas F.  O´Reilly, y los curas redentoristas también norteamericanos, de la Diócesis de Las Matas de Farfán, protagonistas de primer orden en la Matanza de Palma Sola, junto  con los militares y civiles neo trujillistas que los secundaron en su acción en acción dantesca de corte fascista”.
Es entonces cuando el 28 de diciembre se produjo la cacería de campesinos indefensos, de parte de fuerzas militares y policiales, produciéndose como resultado una supuesta “confusión” en las tropas, resultando muertos y heridos algunos miembros de los cuerpos armados. Fueron tantos los muertos, que en aquella oportunidad se dijo que se cavaron fosas comunes para depositar los cadáveres. Uno de los mellizos murió en la balacera. El general Miguel A. Rodríguez Reyes, quien comandaba las tropas del Ejército, también cayó abatido a balazos, mientras militares de su escolta salieron heridos, sin conocerse hasta ahora los pormenores verídicos del caso. Nunca se hizo una autopsia al cadáver del general Rodríguez Reyes, al menos que yo sepa, que habría arrojado luz acerca de qué tipo de arma lo mató.
Hay quienes mantienen la tesis de que la matanza fue provocada para tenderle una trampa al mencionado general, que se perfilaba como el futuro Ministro de las Fuerzas Armadas del Gobierno de Bosch. Personalmente no creo que fuera así, a menos que alguien estuviera volviéndose loco, pues tratar de impedir asumir la Presidencia a un hombre que logró el 59.53 por ciento de los votos en las primeras elecciones libre y limpias tras el ajusticiamiento de Trujillo, posiblemente habría provocado una insurrección popular y un amplio repudio de la comunidad internacional.
No hay que olvidar que para esos días estaba en el Poder el liberal norteamericano John F. Kennedy, quien bastante tenía con el conflicto de Vietnam, en el que Estados Unidos estaba involucrado, pero además afectado todavía políticamente con motivo de la derrotada invasión de Bahía de Cochinos, en Cuba, en la que participaron exiliados cubanos entrenados, financiados y dirigidos por la CIA, en abril de 1961.
El olivorismo, no cabe duda, forma parte del entramado popular dominicano, caracterizado por prácticas mágico-religiosas, que nos se puede eliminar por la fuerza de las armas, ni por Resoluciones o Decretos.
Estoy convencido de que sucesos como los de Palma Sola se producen como resultado del abandono de que tradicionalmente han sido víctimas los campesinos por los diferentes gobiernos, especialmente en cuanto se refiere a proporcionarles una mejor calidad de vida y mayor educación, para liberarlos de las mañas de los brujos, curanderos y fanáticos religiosos. Mientras no se conceda más apoyo a la educación, privilegiándola para que sea de calidad, no para crear más burocracia, se corre el riesgo de que se produzcan hechos como los de Palma Sola, donde todavía hoy continúa practicándose el culto a Olivorio Mateo.
Muchas gracias por escucharme.


Bibliografía
(1) El arte de la Resurrección. Hernán Rivera Letelier. Editora Alfaguara, 2010.
(2) El Cable, periódico sanjuanero que circuló ampliamente dentro y fuera del país en los años 20, entre 1921 y 1930, fundado y dirigido por E. O. Garrido Puello.
(3) Véase “Perlas de la pluma de los Garrido”, de Edgar Valenzuela, volumen LXXXIII, publicado por el Archivo General de la Nación, Santo Domingo, 2009.
(4)E.O. Garrido Puello. Olivorio Mateo, ensayo histórico, Santo Domingo, Librería Dominicana, 1963.
(5)Carlos Andújar Presinal. Meditaciones de Cultura. Laberintos de la Dominicanidad. Archivo General de la Nación, volumen CLII, Santo Domingo, 2012.
(6)Arnulfo Mateo Pérez, siquiatra infantil. Los mellizos de Palma Sola, publicado en el portal de Internet Barrigaverde. Net, el 20 de agosto de 2001.
(7) Wenceslao Figuereo. Apuntes históricos de San Juan. En Internet.
Ponencia presentada por el periodista y escritor Santiago Estrella Veloz, el 5 de mayo de 2012, con motivo de la XV versión de la Feria Internacional del Libro, Santo Domingo, República Dominicana.

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Tuesday, January 17, 2012

Los Reyes Magos y la Vieja Belén


Pienso que quizás me porté mal. Jamás pensé que los Reyes Magos me iban a tratar de esa manera, pero luego reflexioné y llegué a la conclusión de que la crisis monetaria internacional y la política doméstica fueron las causas de tanta tacañería.


Comienzo por decirles que apenas me dejaron un "fu-fu", un carrito con ruedas de jabillas, un tirapiedras, un cachorro de gato barcino, una pelota de básquet desinflada, una torta de casabe un poco roída, una botella de mabí caliente, un par de breteles, una menta verde, unos tenis usados que me quedan grandes, un yaniqueque medio rancio y una camisita floreada que parece que alguna vez perteneció a Paco Escribano, cuando estaba chiquito.Pero soy conforme, porque cualquier día de estos, aunque muy tardíamente, viene la Vieja Belén, y si el gobierno no le niega la entrada creyendo que es haitiana, estoy seguro de que me traerá un carro como el que usa cualquier Ministro, una casita de montaña como la de un funcionario de alto copete, una cuenta en dólares de dudosa reputación y una carajita de chupe usted y déjeme el cabo, pa`que sufran.


Cuando escribía este artículo, la Vieja Belén me puso un mensaje en Facebook (ella es vieja, pero no pendeja, pues está al tanto de la tecnología) en el que me explicaba que, si se dilata un poco, a los niños que no se desesperen, que ella vendrá de todos modos, pues la Primera Dama le prestará una bicicleta de las que sobraron en la repartidera. El único problemita es que la Vieja Belén no sabe montar bicicleta, situación que pretende resolver con la ayuda de una pila. Una pila de militantes de pequeños partidos que le darán impulso, esperanzados inútilmente en que podrán subir la lomita.


Pero como no todo es color de rosa en la Viña del Señor, la Vieja Belén se quejó de que el Gobierno “me hace trampa” al repartir juguetes, en muchos casos durante mítines encabezados por doña Margarita, sin que a su lado aparezca el candidato de los lentes de abuelita, que podría hacerle coro a la que aunque sea renqueando traerá nuevos juguetes.


“Esto está muy bien, pero le sugiero que me de un chanche. En este momento tengo muchísimos regalos para repartir, aportados por un candidato buena gente, medio calvito él, para no decir total, que me hizo un aporte de auyamas, yuca, batatas, guandules, arroz medio raroso, habichuelas negras y además unas cachuchitas que dicen “Llegó Papá”, como si esto tuviera algo que ver con Malhechor (digo, Melchor) Gastar (digo, Gaspar) y Malpasar (digo, Baltasar), obviando a propósito el otro Rey Mago, llamado Leonel el Terrible, buena gente él, que es capaz de convertir una cañada en un Metro, aunque la cañada se convierta en “camada” para sacarle ventajas metro a metro. La Vieja Belén dice muchas otras cosas en el mensaje, entre ellas que en días pasados fue al hospital Cabal y Báez de Santiago, con una vestimenta que la hacía parecer como una médico, con estetoscopio y todo. Se introdujo subrepticiamente en la sala de cirugía y, sin mediar palabras, operó a un tipo de apendicitis, pero debido a un pequeño error técnico le sacó no solamente el bazo, sino otro vaso que el paciente se había tragado en un exceso que supera los límites de los alcoholímetros de la AMET. Nadie le reconoció eso, se quejó la Vieja Belén.


La falsa doctora también extrajo de un paciente no solamente su cartera, sino además un sospechoso sobrecito en cuyo interior había un polvo blanco; una píldora vaginal anticonceptiva, una bala calibre .45 y una macana policial corroída por los jugos gástricos, sospechándose que no fue por la boca que se la introdujeron al estómago. Esto lo determinará el médico legista.


La Vieja Belén espera ahora que la Primera Dama de la República le regale un caballito o un mono gigante como el que figura en el Zoo-Berto, vulgo irracional parque temático, que transporte juguetes, para poder dejarles algunos regalitos a los niños pobres, a quienes los Reyes Magos, por estar repletos de demagogia, los ignoraron y solo les dejaron regalos a los niños ricos.


Como soy optimista, creo que además de las cosas antes citadas, los Reyes Magos me dejaron un caballo, pues debajo de mi cama encontré una cajita con estiércol de caballo. Juro que este fin de semana estaré buscando ese caballo, aunque tenga que ir al Congreso Nacional, donde me dicen hay muchos que relinchan cuando no les conviene, parecidos a los caballos, que hacen lo mismo si no les dan pienso, como al ganado, o cuando les pican la espuelas.


Si no encuentro allí mi caballo, le pediré prestado uno a don Euclides, que me dicen tiene varios, incluyendo un tataranieto de aquel que le regalaron en El Seybo cuando era un carajito y cambiaba jaibitas por botones, hasta que un día le dieron una pela grandísima por quitarle los ídem a un pantalón de un tío, quien pasó una vergüenza grandísima durante un acto oficial en el que se tocaba el Himno Nacional, porque antes no había “ri-rá”, vulgo cremallera, o “zipper”, como se dice ahora más modernamente.


En la misma nota de Facebook, la Vieja Belén me pide que lo único que desea es que cuando termine su trabajo le coordine una cita con Omega (ese mismo) para enseñarle cómo es que se mueve el esqueleto, por lo menos en los tiempos cuando Cuca bailaba donde Nancy (esa misma)


Espero a la Vieja Belén con mucho gusto, armado de mi tirapiedras y borracho de mabí seibano, aquel que desde hace más de cien años fabrican los descendientes de los hermanos Otto. Y para que conste, se despide de usted s.s.s.y.a.a.q. b. s.m.


No se preocupe, le serviré de traductor:


Su seguro servidor y atento amigo que besa sus manos. (De nada, ha sido un placer)






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Sunday, August 21, 2011

cuento


La Historia del perro fantasma





Tenía que confirmarlo sin la intervención de otros. Se negaba a creer que su amigo de infancia Guillermo Creales estaba loco, como propagaban quienes decían conocerlo a fondo. Esa fue la razón para que un soleado domingo se animara a ir a la casa de Creales, situada en un gran promontorio de un residencial de lujo al oeste de la ciudad. La vista desde arriba era magnífica, pues permitía ver numerosas urbanizaciones a la redonda, en medio de las cuales sobresalía el campanario de una iglesia.






Un sirviente se asomó a la puerta electrónica de la mansión tan pronto se dio cuenta de que había visita. Gregorio Timerton bajó de su automóvil, se acercó a la puerta y, tras dar los buenos días, pasó una tarjeta al sirviente, con deseos de que la hiciera llegar al señor Creales.




--Espere un momento—dijo el sirviente, sin mucha convicción, dirigiéndose al interior de la estancia. Cinco minutos después regresó y abrió la pequeña puerta de hierro que daba paso a la casa.




--Si el señor Creales lo autoriza, abriré la puerta electrónica para que entre su auto—dijo el sirviente, indicándole que le siguiera.




Entraron a la casa por la puerta principal, que llevaba a una magnífica sala de estar, cuyas paredes estaban adornadas con pinturas de famosos artistas. El mobiliario, de estilo antiguo, lucía excelentemente cuidado. Un tronco de roble, cortado a la altura de medio metro, delicadamente pulido, servía de meseta donde había un jarrón con flores naturales. El sirviente dijo:




--Espere un momentito; el patrón no tardará.




Gregorio Timerton se entretuvo hojeando una revista promotora de embarcaciones hasta que de repente apareció su amigo, con ropa deportiva.




--¡Cuánto placer en verte, Guillermo!—dijo Timerton, dándole un abrazo.




--El placer es mío, querido amigo. ¡Cuánto gusto tenerte por aquí, después de tanto tiempo! Pero siéntate, siéntate y cuéntame cómo estás y a qué te dedicas.




Los dos hombres se sentaron y Gregorio dijo:




--Como tú sabes, después que me gradué de médico hice una especialidad en siquiatría en los Estados Unidos, donde permanecí cinco años. Casé con una norteamericana pero el matrimonio no funcionó. No tuvimos hijos, de modo que ahora vivo solo. La vida es así, siempre da volteretas. Cuéntame ahora de ti.




El anfitrión se acomodó en el mullido sillón y comenzó su historia:




--Seguramente recordarás que siempre me dio por los negocios. ¿Te acuerdas cuando estábamos en la primaria y vendía revistas cómicas en la escuela? Cuando terminé el bachillerato, tu familia se mudó del barrio y nunca volvimos a vernos, pero la amistad no se borra. Un poco más tarde, estudié Administración de Empresas y luego instalé una pequeña ferretería, que creció más rápido de lo que al principio imaginé. Tiempo después adquirí algunas tierras y me dediqué a la compra y venta de bienes raíces, con una suerte que podría calificarse de extraordinaria. Los negocios no me dejaron pensar en matrimonio, aunque tuve una amante extraordinaria. Era una francesita de cuerpo de violín, de cara y naricita irresistibles. Ella se marchó a Francia, pues decía que no llegaría a la vejez sin casarse, y la verdad es que yo no estaba en eso. A veces charlamos por teléfono, por ninguno ha olvidado al otro. En la actualidad, un equipo de colaboradores maneja mis negocios, que superviso personalmente. Mi método consiste en pedir cuentas el día menos esperado, lo que me ha dado resultado: mis negocios marchan a las mil maravillas.




--¿Hace mucho que vives aquí?—preguntó Timerton.




--Te contaré, pero antes vamos a tomar una copa. ¿Whisky? ¿Coñac?




--Whisky—se decidió Timerton.




Creales fue al bar y en minutos regresó con la bebida, una botella de soda y un recipiente con hielo.




--Si deseas soda, adelante.




--No, puro es mejor. Los ingleses me matarían si lo mezclo.




--¡Salud!—dijo el anfitrión.




--¡Salud!—dijo Timerton, chocando las copas.




--La historia de esta casa es bastante curiosa. Ocurre que era propiedad de un magnate al que no le gustó después de construida. Nos hicimos amigos y un buen día propuso vendérmela. Sin muchos preámbulos cerramos el negocio y he aquí estamos a tu orden. Pero vamos, te mostraré la casa.




El anfitrión sugirió a su amigo que le siguiera, lo que en efecto hizo Timerton. Salieron al patio, donde había un gran jardín con flores de diversos tipos y una piscina en forma de corazón. Cocos enanos lucían sus frutos al fondo y una alta pared coronada con alambres de espino garantizaba la seguridad de la mansión.




--En esta zona no hay ladrones, pero no obstante me he ocupado de tener un perro Doberman que es una maravilla. Más tarde te lo enseñaré. Pero vamos adentro, te mostraré las habitaciones.




Los dos hombres recorrieron la casa por todos lados, hasta que retornaron a la sala de estar.




--Como vivo solo, te invito a que te pases un fin de semana en mi casa. Don Jorge, el sirviente, el que te abrió la puerta, tiene su habitación aparte, aunque no duerme aquí, y no molesta en lo más mínimo. Su esposa Noria viene todos los días a cocinar y a limpiar, excepto los domingos, como hoy. Cada domingo almuerzo de un restaurante que queda bastante cerca. Hoy pediré un buen almuerzo para nosotros tres. Sugiero camarones al ajillo, con papas; o si deseas un bistec, podríamos comer eso.




--Camarones—dijo el señor Timerton.




--Fantástico. Tomemos otra copa.




Brindaron de nuevo, y luego Creales usó el teléfono para ordenar la comida. Una hora más tarde, los dos amigos estaban en una terraza al aire libre, donde intercambiaban anécdotas de infancia.




La coherencia de Creales en sus exposiciones despejó toda duda que pudiera tener Timerton, que todavía no se explicaba por qué mucha gente decía que Creales estaba loco de remate, porque supuestamente contaba historias fantásticas, difíciles de creer.




Creales invitó a su amigo a tomar un descanso, llevándole a una de las habitaciones y diciéndole que haría lo propio




--Es toda tuya—le dijo a Timerton—. Nos vemos en una hora.




Transcurrido ese tiempo, los dos amigos volvieron a reunirse, preguntándose cada uno si había descansado bien.




--Te prometí enseñarte a Rambo, mi perro, pero parece que está durmiendo la siesta en algún lugar del patio. Ese perro es de lo más curioso: cuando vienen mis amigos, jamás ladra, ni se acerca. Simplemente olisquea el aire y se pierde en el patio, hasta que le ordene que venga. En caso contrario, se queda descansando. Pero no creas que es el de doña Ramonita Oramas, la matancera, historia que dio paso a una leyenda en Cuba. Mi perro tampoco se llama Capitán, sino Rambo, que quede claro.




Timerton pronto se dio cuenta de que en el área exterior de la mansión no había perrera, ni una cadena en algún sitio que diera lugar a pensar en la existencia de un perro.




--Es un perro fantasma—dijo sonriente Creales, como si le adivinara el pensamiento--. Solamente yo puede verlo y oírlo cuando ladra.




Timerton no dijo nada, pero desde ese momento comenzó a dudar del equilibrio mental de su amigo.




--He contado la historia de mi perro a muchos amigos, pero ninguno me cree. Ellos dicen que no hay fantasmas de perros, pero te aseguro que lo que digo es verdad. Se trata de un perro que adquirí hace veinte años, que murió atropellado por un auto una madrugada que regresaba de Puerto Rico. Entonces vivía en una casa que no tenía puerta electrónica, sino manual. Había avisado a la amante de que te hablé que llegaría esa madrugada, y cuando ella abrió la puerta para que pudiera entrar el auto del taxista, en vista de que traía mucho equipaje, Rambo se salió y cruzó la avenida, con tan mala suerte que lo atropelló un auto. Fue la madrugada más triste de mi vida, pues quería a ese perro como si fuera un familiar. Desde entonces, su fantasma me ha acompañado a donde quiera que me he mudado, incluso hasta aquí.




Timerton frunció el ceño y solo atinó a comentar:




--Extraña historia.




Cuando llegó la hora de despedida eran casi las seis de la tarde. Creales acompañó a su amigo hasta la puerta, diciéndole-




--Prométeme que volverás. Es más, te invito para que pases este fin de semana en mi casa. Nos divertiremos mucho, pues el viernes vienen unas amigas de la Universidad a charlar un rato, y me gustaría que las conozcas. ¿Qué te parece? Cuando vuelvas también te presentaré a Rambo.




Timerton sonrió complacido y dijo:




--Trato hecho—vendré el viernes.




En efecto, así lo hizo en horas de la tarde. Pero cuando llegó a la casa, su amigo Creales le informó desanimado que las amigas habían pospuesto la visita, pero que de todos modos buscarían la forma de pasar un fin de semana agradable, quizás yendo a la Zona Colonial o a la playa.




Timerton sacó sus cosas del auto, que introdujo a la marquesina por recomendación de Creales. Igual que la ocasión anterior, volvieron a la sala de estar, donde degustaron unas cuantas copas. Serían casi las siete de la noche cuando Creales propuso:




--Te invito al patio, para que conozcas a Rambo. No te preocupes, no te hará daño. Es un perro muy fiel y tranquilo.




Timerton lo siguió y Creales lanzó un silbido. Se escuchó el ladrido de un perro, pero Timerton no pudo ver al animal. Creales agitaba las manos, como quien acaricia la cabeza de un perro, mientras decía:




--Cálmate, Rambo, cálmate; este es mi amigo Gregorio Timerton, un buen chico. Espero que no molestes mucho esta noche con tus aullidos. Hay quienes dicen que eso da mala suerte. Solamente limítate a ladrar, si ves oyes algo extraño. Timerton estaba francamente asombrado, pues no veía ningún perro. Pero Creales insistía:




--Anda, Rambo, búscame mis pantuflas, que están en la sala de estar.




Timerton permanecía en silencio, afianzándose en su mente la idea de que su amigo realmente estaba loco. Hizo memoria y recordó sus estudios de siquiatría, que le indicaban que hay personas que sufren de alucinaciones, experiencias sensoriales que se originan en la mente en lugar de hacerlo en la realidad externa, es decir, no existe ningún objeto ni sujeto que las origine. Las personas que tienen alucinaciones visuales creen ver cosas inexistentes, las que tienen alucinaciones auditivas oyen sonidos que en realidad no existen. Hay quienes también tienen alucinaciones táctiles, caracterizadas por la falsa sensación de ser tocados.




No cabía duda alguna. Guillermo Creales sufría alucinaciones.




Minutos después, Creales volvió a agitar las manos y dijo:




--Gracias, Rambo, eres un perro muy inteligente, pero por favor, ahora llévate las pantuflas y déjalas en su sitio.




Timerton tampoco vio las pantuflas, lo que afirmó su convicción de que su amigo realmente no estaba bien del juicio.




--Estoy seguro que no crees nada de esto—dijo Creales a su amigo—pero como te dije, se trata de mi perro fantasma, al que solamente yo puedo ver. Pero vamos, tenemos muchas cosas de qué hablar.




Esa noche, los dos amigos se retiraron temprano a sus respectivas habitaciones. Pero Timerton no podía dormir. Estaba obsesionado con lo del perro. Incluso, escuchó primero sus ladridos y luego sus aullidos, lo que no le hizo ninguna gracia.




La mañana siguiente, luego del desayuno que les sirvió doña Noria, su esposo don Jorge entró apresurado al comedor:




--¡Señor Creales, venga a ver lo que hizo Rambo!




Creales le siguió y yo hice lo propio. Una vez en el patio, Jorge dijo:




--¡Mire, señor!




En el lugar que indicó había rastros de sangre. Don Jorge explicó:




--Eso fue un gato que anoche se metió al patio, señor. Rambo lo destrozó de tal modo que tuve que recogerlo con una pala, para botarlo. Ese perro no es fácil, señor, aunque yo nunca lo he visto.




--Está bien, Jorge, ya lo sé. A Rambo, como a cualquier perro, no le gustan los gatos.




La última vez que el señor Creales supo de su amigo Timerton, fue cuando alguien le dijo que estaba en tratamiento siquiátrico en un centro de rehabilitación privado, jurando por su madre que sí existen los perros fantasmas.






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