Monday, November 03, 2008

El costo de la gobernabilidad

El costo de la gobernabilidad

En países como la República Dominicana el costo de la gobernabilidad es demasiado alto, y casi siempre lo paga el sector menos pudiente de la población, generalmente impotente y sin muchos conocimientos acerca de los intríngulis del Poder.

Cada día vemos cómo, por ejemplo, el Gobierno del Presidente Leonel Fernández parece más acorralado por una serie de problemas de difícil solución, como por ejemplo la crisis del sector energético, el reclamo de diversos sectores por mejores condiciones de vida, el alto costo de los alimentos, las presiones inauditas de sindicalistas-empresarios del transporte (bautizados por El Nacional como los dueños del país), las exigencias de sus circunstanciales aliados grupúsculos políticos con motivo de las pasadas elecciones generales, para que sean nombrados en cargos públicos como sobrecarga a una nómina estatal que ya no resiste más abultamientos; las intolerantes voces que aunque desean una reforma de la Constitución, para hacerla más moderna, no coinciden en cuanto a la forma en la que la misma se haga o acusan de desfasado a su principal promotor; en fin, un maremágnum que confirma la tesis de que nuestro país es un archipiélago de intereses.

Con pocas excepciones, voces que reclaman un alto a la corrupción a menudo son incapaces de explicar claramente sus propias fortunas, mientras prevalecen otras que cándidamente creen en una Justicia que, si bien ha avanzado, hasta ahora ha sido prácticamente incapaz de sancionar como se debe a toda una pandilla de corruptos que se valen de la política para amasar fortunas y continuar con sus depredaciones, vía los cargos públicos.

Entonces resulta que en un país así, con tantas debilidades institucionales, cada quien rompe brazos para sobrevivir, mientras el Gobierno–en aras de la Gobernabilidad Democrática–tiene que ceder espacios que les corresponden, so pena de un estallido social de consecuencias impredecibles.

Leonel Fernández ha sido demasiado inteligente para bregar con tantos problemas. Es muy fácil decir, por ejemplo, “tranquen a los sindicalistas corruptos del transporte”, o “digan los nombres de los empresarios que evaden impuestos”, o “impidan con la guardia las protestas populares”. o “callen a los curas entrometidos”, o “deporten por la fuerza a todos los haitianos ilegales”, o “callen las voces” de ciertos periodistas simplemente publicándoles las exoneraciones que han solicitado o los “anuncios” de que disfrutan en las instituciones estatales”, o “disuelvan la policía”, quizás sugiriendo que busquen suizos para reemplazarlos, pero, como preguntaba Balaguer, ¿dónde están los suizos?”

El fallecido escritor Ramón A. Font Bernard siempre decía que una de las lecciones que debe aprender todo Presidente es desayunar “con un tiburón podrido sin eructar”, con lo cual significaba que en la República Dominicana a menudo un Presidente tiene que adecuarse a las realidades, no a las ensoñaciones de quienes, si llegan al Poder, podían comprobar que una cosa es con guitarra y otra es con violín.

Mantener la Gobernabilidad Democrática en nuestro país es una tarea dificilísima y costosa, por no decir casi imposible, a menos que se acepten ciertas cosas que, por repugnantes, no siempre están acordes con la ética o la moral social. Esta es una realidad contundente, que aunque uno las rechace, si se es justo, tiene que convenir en que para borrar tales permisividades de cualquier Gobierno es necesario hacer una revolución, y hasta el más lego sabe, excepto algunos estúpidos, que por diversas razones ahora mismo no hay las condiciones objetivas ni subjetivas para lograrlo.

Afirmar lo contrario es una solemne necedad.

santiagoestrella2000@yahoo.com

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