Monday, August 15, 2011

Un pasado que no vuelve


Santo Domingo, República Dominicana—Hay quienes dicen que “cualquier tipo pasado fue mejor”, sin explicar por qué, aunque sí mencionando con añoranza cosas que han desaparecido en el medio dominicano, como por ejemplo:

Las lámparas “jumeadoras”, que serían de mucha utilidad ahora; los relojes cucú, los lebrillos o bateas para lavar la ropa; las camas “colombinas”, los pantalones de hombres denominados “tubitos”, por su estrechez en los ruedos; las serenatas, para despertar a la enamorada o novia y jurarle amor; las corbatas de “mangueritas”, miniaturas de las que usan los bomberos; las melcochas latigosas, dulce que se vendía mucho en las escuelas; los coladores de trapo, especialmente hechos de fundidas de tela en las que se envasaba el azúcar blanca; los zapatos de charol, las “soletas” o sandalias hechas de gomas de vehículos, los chinos que vendían hielo en bloques y lechugas por las calles, los árabes que vendían moroquitos, también por las calles; las vitrolas, los helados en cuadritos, a cheles; la vaselina en tubito, el perfume Tabú, en tubitos de vidrio, a cinco centavos, muy usados por los “cueros”; los polvos Cinema, fabricados por Mallén Guerra, también a cinco centavos y el intercambio de cangrejitos por botones, en el balneario la Zurza, del río Ozama.

Se nos fue el cuarteto Los Solmeños, Fernando Rivas (Nandy con su melena), Tito Saldaña y los mellizos Rafael y Horacio Pichardo; José Lacay siempre cantando Marion, Marión (partido, siempre dulce, tierno, casto y suave) la Concha Acústica del Partido Dominicano, donde está ahora Color Visión; desapareció la tradición de ir a El Conde el Día de San Andrés, para lanzar almidón o polvo a muchachos y muchachas bien trajeados; se fueron el “fu-fú”, hecho de tapitas de cerveza machacadas; los trompos de fabricación casera, los acordeones de boca; las bacinillas, las tinajas para mantener fresca el agua, con hojas de guayaba en su interior; y las botellitas de Coca-Cola, con cinturita y todo, a ocho centavos,

Pasaron a la historia los programas radiales del cómico Paquita Escribano (Rafael Tavárez Labrador, Rey del disparate y archipámpano de la carcajada, siempre asistido por Velentín González Rionda) y El Suceso de Hoy, con la estelar actuación de Manuel Antonio Rodríguez (Rodriguito); los desodorantes Sudorina, que el mal olor elimina; y Estrella Azul, “la verdadera Sudorina”.

Las mujeres de hoy ya no usan las enaguas o refajos que usaban antes debajo de la falda; no existen las piedras de amolar, conseguidas en los ríos; el intercambio de huevos por gas kerosene, en las pulperías de los campos; los monederitos de plástico, que se apretaban por los extremos para abrirlos; los sombreros de Panamá, que utilizaban los hombres, sin saber que realmente eran fabricados en Ecuador; el pan de Quico, en la calle Padre Billini de Ciudad Nueva; quebraron las librerías América, La Casa del Libro, Weber, Grullón, Hostos, Econolibros, Amengual, y las papelerías: Pool Hermanos, Casa Cuello, Editorial Duarte, Svelty, y Steffan Hnos. la costumbre de pasarle un plato de comida al vecino, cuando se sabía que estaba “en malas”; los carritos hechos con una caja de arenque con rueditas del fruto de las matas de jabillas; el papel de estraza, los cachimbos que usaban los viejos; se acabó el maroteo en las afueras de Gascue y en Los Potreros de Venturita, por donde está hoy el Ensanche Luperón; dejó de volar Aerovías Quisqueyanas, de Rafael Espada, con sus avioncitos que llevaban a uno a Puerto Rico, dejándonos casi muertos del susto cada vez que amenazaban con caerse; pasaron al olvido las guaguas de dos pisos; y están fuera de este mundo los personajes populares Barajita (“Cuidao conmigo, que yo soy de San Cristóbal, la cuna de El Jefe), El Maco Pempén, Chochueca y Pelao (¡zafa, ave de mal agüero!), Pichón de Burro, a quien los niños voceaban “¡pichón de burro jediondo a gas) El Capitán, El Doctor Anamú, con un traje más sucio que la ciudad de Santo Domingo y un libro dizque de medicina bajo el brazo; Clinche, en la calle Benito González y luego en Villa Juana; “el peso del padrino”, que según la tradición no podía darle más de ahí al ahijado; y paro de contar.

Sin embargo, tengo un amigo medio loco que dentro de su repertorio de disparates dice que “¡todo eso volverá cuando gane el PRD!”

Como diría el doctor Moscoso Puello ¡ay, aquellos eran otros tiempos!”

santiagoestrella2000@yahoo.com

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