Wednesday, May 09, 2012

Olivorio Mateo: entre la realidad y la ficciónLa primera vez que tuve noticias de la comunidad de Palma Sola fue el 23 de noviembre de 1962, más de un mes antes de los acontecimientos del 28 de diciembre de ese año, de manera que en diciembre próximo se cumplirán 50 años de tan horrorosa historia. Era muy joven entonces y me había iniciado en el periodismo en el meridiano La Nación, cubría la fuente de la policía y nos convocaron a una conferencia de prensa para mostrarnos a 167 dominicanos detenidos como resultado de un primer encuentro entre los seguidores de Olivorio u Liborio Mateo y la policía. En esos incidentes, ocurridos en Las Matas de Farfán, resultaron heridos tres policías y veinte civiles. La policía mostró a la prensa decenas de machetes, garrotes, cuchillos y puñales, ocupados a los detenidos. Confieso que todavía pervive en mi memoria aquella penosa escena, en el estacionamiento del Palacio de la Policía. Los detenidos eran campesinos pobres, andrajosos, la mayoría descalza y hambrienta, y muchos de ellos habían sido golpeados rudamente al momento de su detención. La policía dijo entonces que serían sometidos a la Justicia por alterar el orden y por no haber concurrido a las urnas en las elecciones de tres días antes. Sin embargo, luego fueron liberados, no sin antes advertírseles que la pasarían “muy mal” si volvían a caer presos por alterar el orden público, por no cumplir con el deber cívico del voto y por rendir culto a Liborio, un personaje esperpéntico que logró llamar la atención de miles de seguidores en todo el país, quienes iban a visitarle a Palma Sola para oir sus prédicas y recibir sus bendiciones en el nombre de Dios. Olivorio Mateo me recuerda la historia de Domingo Zárate Vega, el campesino chileno que en los años 50 proclamó ser “el nuevo Mesías” en pleno valle de Elqui, poniendo de cabeza a las autoridades de la época. En 1927, cuando tenía 29 años, modificó su vida al afirmar que frecuentemente se le aparecían personajes divinos. Pronto comenzó a tener seguidores a quienes bautizaba en el río Elqui. Olivorio Mateo hizo lo mismo a partir de 1907, cuando creó un verdadero ejército de hombres armados que le protegían mientras predicaba. Según relatos de viejos sanjuaneros, entre esos seguidores había criminales y ladrones que huían de la justicia, además de prostitutas que participaban en bacanales a cambio de dinero proveniente del contrabando de clerén por la frontera con Haití. Otros vivían de lo que producían en pequeños conucos de subsistencia o como peones de fincas vecinas. Igual que sucedió en la República Dominicana, donde la Iglesia Católica denunció a Olivorio Mateo, en Chile el Obispo de La Serena, José María Caro, el 25 de abril de 1931 escribió una Carta Pastoral donde señaló: “Se ha presentado entre vosotros un pobre iluso, de los que hay muchos en el manicomio, al cual los fieles…lo han acogido como el enviado de Dios, como el mismo Mesías, nada menos, y le han formado una comitiva de apóstoles creyentes”. En mi opinión, Olivorio Mateo no fue más que un alucinado, de esos que frecuentemente aparecen en muchos países, que sufría de un delirio místico crónico, que trocó su vida de peón constructor de cercas de alambre, a la oratoria evangelizadora, a veces casi ininteligible, con una vestimenta casi hecha pedazos, una sandalias sencillas—soletas, dicen en los campos—y por una barba hirsuta y cabellera que crecieron libremente. A las prédicas de Cristo de Elqui, igual que a las de Olivorio, concurrían cientos de personas, sin dejar de provocar burlas entre los más incrédulos. Fueron miles los que creyeron en Olivorio. Al solo hecho de verlo, las personas se arrodillaban o le besaban la mano y, a la vez, le daban gracias por sus palabras, a menudo con un fanatismo producto de la ignorancia. Olivorio Mateo y El Cristo de Elqui, cada uno en su tierra, se hicieron amigos de los enfermos, viejos, huérfanos, fugitivos y desvalidos, de los “pobres de espíritu” y por sobre todo de las madres solteras. Los dos, siendo campesinos, contestaban preguntas, con respuestas desatinadas; polemizaban y daban consejos mediante parábolas dentro de sus limitaciones expresivas, aparte de que eran curanderos que recomendaban brebajes que supuestamente los liberarían de sus enfermedades. Los dos eran desapegados de las cosas materiales. El Cristo de Elqui se buscó una prostituta que convirtió en su amante—Magdalena—una creyente tan fervorosa que cargaba siempre una virgen de madera, cuya cabeza cubría con un paño cuando recibía a sus clientes para la ejercitación de movimientos pélvicos “non sanctus”. Olivorio tenía no una, sino tres barraganas, con las cuales procreó quince hijos. Una de sus preferidas vivía en Las Matas de Farfán. Olivorio murió en combate, mientras que el llamado Cristo de Elqui falleció olvidado a los 73 años. Los dos, el dominicano y el chileno, despertaron la burla, la indignación, las fantasías y la adoración. La historia del Cristo de Elqui fue magníficamente recogida en una novela de Hernán Rivera Letelier, El arte de la Resurrección, ganadora del Premio Alfaguara 2010. (1) En el caso de Olivorio, la prensa de entonces, principalmente el periódico El Cable (2), de San Juan de la Maguana, llamaba la atención sobre el peligro que podría representar ese hombre para la seguridad pública, a tal extremo que personalidades de la villa apelaron al Gobierno Militar de Ocupación, solicitándole que pusiera coto a sus desmanes, pues hubo un momento en que el predicador y sus seguidores llegaron a incursionar a menos de un kilómetro del poblado, borrachos y disparando tiros al aire, todos con pañoletas en la cabeza con pedrería barata que era uno de sus símbolos distintivos. Esa queja fue la que determinó la persecución de que fueron objeto Olivorio y compartes, produciéndose numerosas escaramuzas en las que hubo muertos y heridos, entre ellos solados norteamericanos, hasta que finalmente las tropas extranjeras y miembros de la entonces Guardia Republicana, dieron muerte a Olivorio el 27 de junio de 1922, en el sitio llamado La Hoya del Infierno, cordillera adentro por los lados de Bánica, según testimonio recogido por el escritor Emigdio Osvaldo Garrido Puello, en un libro que escribió sobre el mencionado personaje. Garrido Puello era una autoridad para hablar de Olivorio, pues le conoció personalmente y entrevistó a muchos de sus seguidores. (3) “Olivorio—dice Garrido Puello—pudo haber sido un episodio intrascendente, una ráfaga aficionada que pasa, un momento de locura en la vida accidentada de un pueblo; pero la ignorancia y la incuria le dieron vigencia, lo transformaron en realidad y le hicieron una historia que aunque sucia y fea, pesará siempre sobre San Juan de la Maguana como una montaña” (4) Sin embargo, a pesar de esos juicios, gente culta de San Juan de la Maguana, sobre todo en la zona urbana, cree en el “olivorismo”, sin ser militantes, aunque también se confiesan católicos, lo que demuestra un sincretismo religioso. Es probable que por esa razón la Iglesia Católica sea ahora más tolerante con el “olivorismo”, quizás ante el temor de perder fieles. Conocí y traté a Garrido Puello, apodado don Badín, quien siempre me hablaba de ese tema. Incluso le compré un solar donde fabriqué mi casa en Manoguayabo. Hay quienes sostienen que Olivorio Mateo fue un antiimperialista porque se enfrentó a las tropas norteamericanas que le perseguían. No creo que el personaje en cuestión tuviera una noción de Patria como para defenderla como hicieron los guerrilleros del Este a partir de 1916 sin ser fanáticos religiosos, sino que sencillamente se defendió porque era perseguido junto a sus hombres. No he visto un solo documento que pruebe que el brujo cocolo llamado Samuel, su lugarteniente, le indujera a ser antiimperialista. Los diferentes gobiernos se habían hecho de la vista gorda ante la existencia del olivorismo, hasta que su líder fue muerto. Olivorio creó a su alrededor una aureola llena de misterio y misticismo, asegurándose que tenía la facultad de hacerse invisible, curar dolencias, resucitar muertos y otras creencias similares. Sus seguidores crearon prácticas religiosas mesiánicas bajo el amparo del olivorismo, las cuales pervivieron por cerca de 40 años luego de la muerte de Olivorio Mateo, y que aún perviven en la región sur de la República. Como parte de su culto en la región, quedó la idea de la creación de un movimiento capaz de luchar por la salvación del mundo. Esto fue recogido en 1962 por los hermanos mellizos Ventura Rodríguez, quienes crearon en el paraje llamado Palma Sola, un movimiento que seguía las prédicas de Olivorio Mateo, con seguidores incluso en el Cibao, por los lados de la Cordillera Central (5). En varias ocasiones se conminó a los mellizos a desalojar a sus seguidores de ese lugar, a lo que éstos se negaban, diciendo que no temían a las balas “porque se convertirán en copos de algodón” (6). Posteriormente fue apresado uno de los mellizos y trasladado a la ciudad de Santo Domingo, para ser interrogado, presumiéndose que fue presionado para que abandonara el propósito de concentrar personas en Palma Sola. En realidad, además de los mellizos, había otro hermano: se llamaban Hilario, Eloy y Manuel Ventura, quienes revivieron el culto a Olivorio. El detenido fue llevado en helicóptero a Palma Sola desde la capital para que exhortara por altavoces a los cientos de creyentes que se encontraban en el lugar. La mayoría, por no decir todos, se resistió al llamado. Los primeros reportajes previos a la matanza fueron publicados los días 19 y 20 de noviembre por el periódico El Caribe, bajo la firma del periodista Radhamés V. Gómez Pepín, actual Director del vespertino El Nacional. Con anterioridad, el día 4 de noviembre, 42 organizaciones de San Juan y Las Matas de Farfán dieron un plazo de ocho días al Consejo de Estado “para que terminara esa anormalidad bochornosa, que está causando considerables deterioro a las buenas costumbres, la religión y la economía de una amplia zona del centro sur del país”. Los firmantes del documento amenazaron con apelar “a todos los procedimientos, agotando totas las acciones a nuestro alcance para que finalice este estado de primitivismo, inexplicablemente tolerado, que constituye una afrenta para la región”. El Caribe había publicado tres editoriales, el más contundente de ellos el 8 de diciembre, en el que decía que “a pesar de que es un hecho comprobado que en el sur del país han logrado someter a su voluntad millares de ingenuos campesinos mediante supercherías…las autoridades no han hecho nada para poner coto a estos antisociales. El día 11 de diciembre, el entonces procurador general de la República, Manuel García Vásquez, anunció que viajaría a Palma Sola “para actuar y buscar una solución al caso”, para luego añadir: “El gobierno (vale decir, el Consejo de Estado) atiende las peticiones de los Ayuntamientos y de la región sur de la República para que se ponga coto al ejercicio de la superchería en aquella zona”. Para el día siguiente, 12 de diciembre, se había anunciado una paralización total de las actividades en San Juan de la Maguana y Las Matas de Farfán, “en caso de que las autoridades no se decidieran a terminar con la labor de superchería de los mellizos, iniciadas hace más de un año”. El caso tomó un giro político cuando el gobernador de San Juan, Alberto Dimaggio, entregó a El Caribe algunas notas recogidas durante su visita a Palma Sola, en las que se afirmaba que el nombrado Domingo Antonio Bautista “se dedicaba a inscribir a los creyentes en la Unión Cívica Nacional”, que representaba la derecha reaccionaria de entonces y de la que formaban parte algunos miembros del Consejo de Estado. Sin embargo, en el periódico La Nación, días antes, acusaba de esa labor al Partido Revolucionario (PRD) y al Partido Nacionalista Revolucionario Dominicano (PNRD), cuyo líder era el general Miguel Angel Ramírez Alcántara, un legendario antitrujillista considerado un héroe por haber peleado en Costa Rica, junto a José Figueres, en la guerra que se inició en 1948, cuando el Congreso de ese país se negó a reconocer el triunfo del opositor Otilio Utate Blanco. La versión ofrecida por La Nación es la que más creo, pues Ramírez Alcántara era nativo de San Juan e incluso tenía muchos simpatizantes entre los campesinos, entre ellos los olivoristas. Ramírez Alcántara, quien permaneció exiliado durante toda la Era de Trujillo, retornó al país tras la caída de la dictadura y formó el PNRD, que desapareció tras su muerte. La prueba de su popularidad en San Juan es que salió electo Senador de la República en las elecciones de 1962. Su elección pudo haber sido vista con recelo por altos estamentos de Poder, pues entonces se debía que el PNRD había formalizado una alianza con la Agrupación Política 14 de Junio, para que le apoyara en San Juan. No hay que olvida que el 14 de Junio no participó en esas elecciones. Según el escritor Wenceslao Figuereo (7) la Iglesia se oponía—y se opone—al olivorismo “pues ve en él una competencia en cuanto a las creencias de la gente. Prueba de esto lo constituyen las declaraciones del entonces obispo de San Juan, el norteamericano Thomas F. O´Reilly, y los curas redentoristas también norteamericanos, de la Diócesis de Las Matas de Farfán, protagonistas de primer orden en la Matanza de Palma Sola, junto con los militares y civiles neo trujillistas que los secundaron en su acción en acción dantesca de corte fascista”. Es entonces cuando el 28 de diciembre se produjo la cacería de campesinos indefensos, de parte de fuerzas militares y policiales, produciéndose como resultado una supuesta “confusión” en las tropas, resultando muertos y heridos algunos miembros de los cuerpos armados. Fueron tantos los muertos, que en aquella oportunidad se dijo que se cavaron fosas comunes para depositar los cadáveres. Uno de los mellizos murió en la balacera. El general Miguel A. Rodríguez Reyes, quien comandaba las tropas del Ejército, también cayó abatido a balazos, mientras militares de su escolta salieron heridos, sin conocerse hasta ahora los pormenores verídicos del caso. Nunca se hizo una autopsia al cadáver del general Rodríguez Reyes, al menos que yo sepa, que habría arrojado luz acerca de qué tipo de arma lo mató. Hay quienes mantienen la tesis de que la matanza fue provocada para tenderle una trampa al mencionado general, que se perfilaba como el futuro Ministro de las Fuerzas Armadas del Gobierno de Bosch. Personalmente no creo que fuera así, a menos que alguien estuviera volviéndose loco, pues tratar de impedir asumir la Presidencia a un hombre que logró el 59.53 por ciento de los votos en las primeras elecciones libre y limpias tras el ajusticiamiento de Trujillo, posiblemente habría provocado una insurrección popular y un amplio repudio de la comunidad internacional. No hay que olvidar que para esos días estaba en el Poder el liberal norteamericano John F. Kennedy, quien bastante tenía con el conflicto de Vietnam, en el que Estados Unidos estaba involucrado, pero además afectado todavía políticamente con motivo de la derrotada invasión de Bahía de Cochinos, en Cuba, en la que participaron exiliados cubanos entrenados, financiados y dirigidos por la CIA, en abril de 1961. El olivorismo, no cabe duda, forma parte del entramado popular dominicano, caracterizado por prácticas mágico-religiosas, que nos se puede eliminar por la fuerza de las armas, ni por Resoluciones o Decretos. Estoy convencido de que sucesos como los de Palma Sola se producen como resultado del abandono de que tradicionalmente han sido víctimas los campesinos por los diferentes gobiernos, especialmente en cuanto se refiere a proporcionarles una mejor calidad de vida y mayor educación, para liberarlos de las mañas de los brujos, curanderos y fanáticos religiosos. Mientras no se conceda más apoyo a la educación, privilegiándola para que sea de calidad, no para crear más burocracia, se corre el riesgo de que se produzcan hechos como los de Palma Sola, donde todavía hoy continúa practicándose el culto a Olivorio Mateo. Muchas gracias por escucharme. Bibliografía (1) El arte de la Resurrección. Hernán Rivera Letelier. Editora Alfaguara, 2010. (2) El Cable, periódico sanjuanero que circuló ampliamente dentro y fuera del país en los años 20, entre 1921 y 1930, fundado y dirigido por E. O. Garrido Puello. (3) Véase “Perlas de la pluma de los Garrido”, de Edgar Valenzuela, volumen LXXXIII, publicado por el Archivo General de la Nación, Santo Domingo, 2009. (4)E.O. Garrido Puello. Olivorio Mateo, ensayo histórico, Santo Domingo, Librería Dominicana, 1963. (5)Carlos Andújar Presinal. Meditaciones de Cultura. Laberintos de la Dominicanidad. Archivo General de la Nación, volumen CLII, Santo Domingo, 2012. (6)Arnulfo Mateo Pérez, siquiatra infantil. Los mellizos de Palma Sola, publicado en el portal de Internet Barrigaverde. Net, el 20 de agosto de 2001. (7) Wenceslao Figuereo. Apuntes históricos de San Juan. En Internet. Ponencia presentada por el periodista y escritor Santiago Estrella Veloz, el 5 de mayo de 2012, con motivo de la XV versión de la Feria Internacional del Libro, Santo Domingo, República Dominicana.


La primera vez que tuve noticias de la comunidad de Palma Sola fue el 23 de noviembre de 1962, más de un mes antes de los acontecimientos del 28 de diciembre de ese año, de manera que en diciembre próximo se cumplirán 50 años de tan horrorosa historia.
Era muy joven entonces y me había iniciado en el periodismo en el meridiano La Nación, cubría la fuente de la policía y nos convocaron a una conferencia de prensa para mostrarnos a 167 dominicanos detenidos como resultado de un primer encuentro entre los seguidores de Olivorio u Liborio Mateo y la policía. En esos incidentes, ocurridos en Las Matas de Farfán, resultaron heridos tres policías y veinte civiles. La policía mostró a la prensa decenas de machetes, garrotes, cuchillos y puñales, ocupados a los detenidos.
Confieso que todavía pervive en mi memoria aquella penosa escena, en el estacionamiento del Palacio de la Policía. Los detenidos eran campesinos pobres, andrajosos, la mayoría descalza y hambrienta, y muchos de ellos habían sido golpeados rudamente al momento de su detención. La policía dijo entonces que serían sometidos a la Justicia por alterar el orden y por no haber concurrido a las urnas en las elecciones de tres días antes. Sin embargo, luego fueron liberados, no sin antes advertírseles que la pasarían “muy mal” si volvían a caer presos por alterar el orden público, por no cumplir con el deber cívico del voto y por rendir culto a Liborio, un personaje esperpéntico que logró llamar la atención de miles de seguidores en todo el país, quienes iban a visitarle a Palma Sola para oir sus prédicas y recibir sus bendiciones en el nombre de Dios.
Olivorio Mateo me recuerda la historia de Domingo Zárate Vega, el campesino chileno que en los años 50 proclamó ser “el nuevo Mesías” en pleno valle de Elqui, poniendo de cabeza a las autoridades de la época. En 1927, cuando tenía 29 años, modificó su vida al afirmar que frecuentemente se le aparecían personajes divinos. Pronto comenzó a tener seguidores a quienes bautizaba en el río Elqui. Olivorio Mateo hizo lo mismo a partir de 1907, cuando creó un verdadero ejército de hombres armados que le protegían mientras predicaba. Según relatos de viejos sanjuaneros, entre esos seguidores había criminales y ladrones que huían de la justicia, además de prostitutas que participaban en bacanales a cambio de dinero proveniente del contrabando de clerén por la frontera con Haití. Otros vivían de lo que producían en pequeños conucos de subsistencia o como peones de fincas vecinas.
Igual que sucedió en la República Dominicana, donde la Iglesia Católica denunció a Olivorio Mateo, en Chile el Obispo de La Serena, José María Caro, el 25 de abril de 1931 escribió una Carta Pastoral donde señaló: “Se ha presentado entre vosotros un pobre iluso, de los que hay muchos en el manicomio, al cual los fieles…lo han acogido como el enviado de Dios, como el mismo Mesías, nada menos, y le han formado una comitiva de apóstoles creyentes”.
En mi opinión, Olivorio Mateo no fue más que un alucinado, de esos que frecuentemente aparecen en muchos países, que sufría de un delirio místico crónico, que trocó su vida de peón constructor de cercas de alambre, a la oratoria evangelizadora, a veces casi ininteligible,  con una vestimenta casi hecha pedazos, una sandalias sencillas—soletas, dicen en los campos—y por una barba hirsuta y cabellera que crecieron libremente.
A las prédicas de Cristo de Elqui, igual que a las de Olivorio, concurrían cientos de personas, sin dejar de provocar burlas entre los más incrédulos.
Fueron miles los que creyeron en Olivorio. Al solo hecho de verlo, las personas se arrodillaban o le besaban la mano y, a la vez, le daban gracias por sus palabras, a menudo con un fanatismo producto de la ignorancia.
Olivorio Mateo y El Cristo de Elqui, cada uno en su tierra, se hicieron amigos de los enfermos, viejos, huérfanos, fugitivos y desvalidos, de los “pobres de espíritu” y por sobre todo de las madres solteras. Los dos, siendo campesinos, contestaban preguntas, con respuestas desatinadas; polemizaban y daban consejos mediante parábolas dentro de sus limitaciones expresivas, aparte de que eran curanderos que recomendaban brebajes que supuestamente los liberarían de sus enfermedades. Los dos eran desapegados de las cosas materiales. El Cristo de Elqui se buscó una prostituta que convirtió en su amante—Magdalena—una creyente tan fervorosa que cargaba siempre  una virgen de madera, cuya cabeza cubría con un paño cuando recibía a sus clientes para la ejercitación de movimientos pélvicos “non sanctus”.
Olivorio tenía no una, sino tres barraganas, con las cuales procreó quince hijos. Una de sus preferidas vivía en Las Matas de Farfán.  Olivorio murió en combate, mientras que el llamado Cristo de Elqui falleció olvidado a los 73 años.
Los dos, el dominicano y el chileno, despertaron la burla, la indignación, las fantasías y la adoración. La historia del Cristo de Elqui fue magníficamente recogida en una novela de Hernán Rivera Letelier, El arte de la Resurrección, ganadora del Premio Alfaguara 2010. (1)
En el caso de Olivorio, la prensa de entonces, principalmente el periódico El Cable (2), de San Juan de la Maguana, llamaba la atención sobre el peligro que podría representar ese hombre para la seguridad pública, a tal extremo que personalidades de la villa apelaron al Gobierno Militar de Ocupación, solicitándole que pusiera coto a sus desmanes, pues hubo un momento en que el predicador y sus seguidores llegaron a incursionar a menos de un kilómetro del poblado, borrachos y disparando tiros al aire, todos con pañoletas en la cabeza con pedrería barata que era uno de sus símbolos distintivos.
Esa queja fue la que determinó la persecución de que fueron objeto Olivorio y compartes, produciéndose numerosas escaramuzas en las que hubo muertos y heridos, entre ellos solados norteamericanos, hasta que finalmente las tropas extranjeras y miembros de la entonces Guardia Republicana, dieron muerte a Olivorio el 27 de junio de 1922, en el sitio llamado La Hoya del Infierno, cordillera adentro por los lados de Bánica, según testimonio recogido por el escritor Emigdio Osvaldo Garrido Puello, en un libro que escribió sobre el mencionado personaje.
Garrido Puello era una autoridad para hablar de Olivorio, pues le conoció personalmente y entrevistó a muchos de sus seguidores. (3)
“Olivorio—dice Garrido Puello—pudo haber sido un episodio intrascendente, una ráfaga aficionada que pasa, un momento de locura en la vida accidentada de un pueblo; pero la ignorancia y la incuria le dieron vigencia, lo transformaron en realidad y le hicieron una historia que aunque sucia y fea, pesará siempre sobre San Juan de la Maguana como una montaña” (4)
Sin embargo, a pesar de esos juicios, gente culta de San Juan de la Maguana, sobre todo en la zona urbana, cree en el “olivorismo”, sin ser militantes, aunque también se confiesan católicos, lo que demuestra un sincretismo religioso. Es probable  que por esa razón la Iglesia Católica sea ahora más tolerante con el “olivorismo”, quizás ante el temor de perder fieles.
Conocí y traté a Garrido Puello, apodado don Badín, quien siempre me hablaba de ese tema. Incluso le compré un solar donde fabriqué mi casa en Manoguayabo.
Hay quienes sostienen que Olivorio Mateo fue un antiimperialista porque se enfrentó a las tropas norteamericanas que le perseguían. No creo que el personaje en cuestión tuviera una noción de Patria como para defenderla como hicieron los guerrilleros del Este a partir de 1916 sin ser fanáticos religiosos, sino que sencillamente se defendió porque era perseguido junto a sus hombres. No he visto un solo documento que pruebe que el brujo cocolo llamado Samuel, su lugarteniente, le indujera a ser antiimperialista.
Los diferentes gobiernos se habían hecho de la vista gorda ante la existencia del olivorismo, hasta que su líder fue muerto. Olivorio creó a su alrededor una aureola llena de misterio y misticismo, asegurándose que tenía la facultad de hacerse invisible, curar dolencias, resucitar muertos y otras creencias similares. Sus seguidores crearon prácticas religiosas mesiánicas bajo el amparo del olivorismo, las cuales pervivieron por cerca de 40 años luego de la muerte de Olivorio Mateo, y que aún perviven en la región sur de la República.

Como parte de su culto en la región, quedó la idea de la creación de un movimiento capaz de luchar por la salvación del mundo. Esto fue recogido en 1962 por los hermanos mellizos Ventura Rodríguez, quienes crearon en el paraje llamado Palma Sola, un movimiento que seguía las prédicas de Olivorio Mateo, con seguidores incluso en el Cibao, por los lados de la Cordillera Central (5).
En varias ocasiones se conminó a los mellizos a desalojar a sus seguidores de ese lugar, a lo que éstos se negaban, diciendo que no temían a las balas “porque se convertirán en copos de algodón” (6). Posteriormente fue apresado uno de los mellizos y trasladado a la ciudad de Santo Domingo, para ser interrogado, presumiéndose que fue presionado para que abandonara el propósito de concentrar personas en Palma Sola. En realidad, además de los mellizos, había otro hermano: se llamaban Hilario, Eloy y Manuel Ventura, quienes revivieron el culto a Olivorio. El detenido fue llevado en helicóptero a Palma Sola desde la capital para que exhortara por altavoces a los cientos de creyentes que se encontraban en el lugar. La mayoría, por no decir todos, se resistió al llamado.
Los primeros reportajes previos a la matanza fueron publicados los días 19 y 20 de noviembre por el periódico El Caribe, bajo la firma del periodista Radhamés V. Gómez Pepín, actual Director del vespertino El Nacional.
Con anterioridad, el día 4 de noviembre, 42 organizaciones de San Juan y Las Matas de Farfán dieron un plazo de ocho días al Consejo de Estado “para que terminara esa anormalidad bochornosa, que está causando considerables deterioro a las buenas costumbres, la religión y la economía de una amplia zona del centro sur del país”.
Los firmantes del documento amenazaron con apelar “a todos los procedimientos, agotando totas las acciones a nuestro alcance para que finalice este estado de primitivismo, inexplicablemente tolerado, que constituye una afrenta para la región”.


El Caribe había publicado tres editoriales, el más contundente de ellos el 8 de diciembre, en el que decía que “a pesar de que es un hecho comprobado que en el sur del país han logrado someter a su voluntad millares de ingenuos campesinos  mediante supercherías…las autoridades no han hecho nada para poner coto a estos antisociales.
El día 11 de diciembre, el entonces procurador general de la República, Manuel García Vásquez, anunció que viajaría a Palma Sola “para actuar y buscar una solución al caso”, para luego añadir: “El gobierno (vale decir, el Consejo de Estado) atiende las peticiones de los Ayuntamientos y de la región sur de la República para que se ponga coto al ejercicio de la superchería en aquella zona”.
Para el día siguiente, 12 de diciembre, se había anunciado una paralización total de las actividades en San Juan de la Maguana y Las Matas de Farfán, “en caso de que las autoridades no se decidieran a terminar con la labor de superchería de los mellizos, iniciadas hace más de un año”.
El caso tomó un giro político cuando el gobernador de San Juan, Alberto Dimaggio, entregó a El Caribe algunas notas recogidas durante su visita a Palma Sola, en las que se afirmaba que el nombrado Domingo Antonio Bautista “se dedicaba a inscribir a los creyentes en la Unión Cívica Nacional”, que representaba la derecha reaccionaria de entonces y de la que formaban parte algunos miembros del Consejo de Estado.
Sin embargo, en el periódico La Nación, días antes, acusaba de esa labor al Partido Revolucionario (PRD) y al Partido Nacionalista Revolucionario Dominicano (PNRD), cuyo líder era el general Miguel Angel Ramírez Alcántara, un legendario antitrujillista considerado un héroe por haber peleado en Costa Rica, junto a José Figueres, en la guerra que se inició en 1948, cuando el Congreso de ese país se negó a reconocer el triunfo del opositor Otilio Utate Blanco.
La versión ofrecida por La Nación es la que más creo, pues Ramírez Alcántara era nativo de San Juan e incluso tenía muchos simpatizantes entre los campesinos, entre ellos los olivoristas.
Ramírez Alcántara, quien permaneció exiliado durante toda la Era de Trujillo, retornó al país tras la caída de la dictadura y formó el PNRD, que desapareció tras su muerte.
La prueba de su popularidad en San Juan es que salió electo Senador de la República en las elecciones de 1962. Su elección pudo haber sido vista con recelo por altos estamentos de Poder, pues entonces se debía que el PNRD había formalizado una alianza con la Agrupación Política 14 de Junio, para que le apoyara en San Juan. No hay que olvida que el 14 de Junio no participó en esas elecciones.
Según el escritor Wenceslao Figuereo (7) la Iglesia se oponía—y se opone—al olivorismo  “pues ve en él una competencia en cuanto a las creencias de la gente. Prueba de esto lo constituyen las declaraciones del entonces obispo de San Juan, el norteamericano Thomas F.  O´Reilly, y los curas redentoristas también norteamericanos, de la Diócesis de Las Matas de Farfán, protagonistas de primer orden en la Matanza de Palma Sola, junto  con los militares y civiles neo trujillistas que los secundaron en su acción en acción dantesca de corte fascista”.
Es entonces cuando el 28 de diciembre se produjo la cacería de campesinos indefensos, de parte de fuerzas militares y policiales, produciéndose como resultado una supuesta “confusión” en las tropas, resultando muertos y heridos algunos miembros de los cuerpos armados. Fueron tantos los muertos, que en aquella oportunidad se dijo que se cavaron fosas comunes para depositar los cadáveres. Uno de los mellizos murió en la balacera. El general Miguel A. Rodríguez Reyes, quien comandaba las tropas del Ejército, también cayó abatido a balazos, mientras militares de su escolta salieron heridos, sin conocerse hasta ahora los pormenores verídicos del caso. Nunca se hizo una autopsia al cadáver del general Rodríguez Reyes, al menos que yo sepa, que habría arrojado luz acerca de qué tipo de arma lo mató.
Hay quienes mantienen la tesis de que la matanza fue provocada para tenderle una trampa al mencionado general, que se perfilaba como el futuro Ministro de las Fuerzas Armadas del Gobierno de Bosch. Personalmente no creo que fuera así, a menos que alguien estuviera volviéndose loco, pues tratar de impedir asumir la Presidencia a un hombre que logró el 59.53 por ciento de los votos en las primeras elecciones libre y limpias tras el ajusticiamiento de Trujillo, posiblemente habría provocado una insurrección popular y un amplio repudio de la comunidad internacional.
No hay que olvidar que para esos días estaba en el Poder el liberal norteamericano John F. Kennedy, quien bastante tenía con el conflicto de Vietnam, en el que Estados Unidos estaba involucrado, pero además afectado todavía políticamente con motivo de la derrotada invasión de Bahía de Cochinos, en Cuba, en la que participaron exiliados cubanos entrenados, financiados y dirigidos por la CIA, en abril de 1961.
El olivorismo, no cabe duda, forma parte del entramado popular dominicano, caracterizado por prácticas mágico-religiosas, que nos se puede eliminar por la fuerza de las armas, ni por Resoluciones o Decretos.
Estoy convencido de que sucesos como los de Palma Sola se producen como resultado del abandono de que tradicionalmente han sido víctimas los campesinos por los diferentes gobiernos, especialmente en cuanto se refiere a proporcionarles una mejor calidad de vida y mayor educación, para liberarlos de las mañas de los brujos, curanderos y fanáticos religiosos. Mientras no se conceda más apoyo a la educación, privilegiándola para que sea de calidad, no para crear más burocracia, se corre el riesgo de que se produzcan hechos como los de Palma Sola, donde todavía hoy continúa practicándose el culto a Olivorio Mateo.
Muchas gracias por escucharme.


Bibliografía
(1) El arte de la Resurrección. Hernán Rivera Letelier. Editora Alfaguara, 2010.
(2) El Cable, periódico sanjuanero que circuló ampliamente dentro y fuera del país en los años 20, entre 1921 y 1930, fundado y dirigido por E. O. Garrido Puello.
(3) Véase “Perlas de la pluma de los Garrido”, de Edgar Valenzuela, volumen LXXXIII, publicado por el Archivo General de la Nación, Santo Domingo, 2009.
(4)E.O. Garrido Puello. Olivorio Mateo, ensayo histórico, Santo Domingo, Librería Dominicana, 1963.
(5)Carlos Andújar Presinal. Meditaciones de Cultura. Laberintos de la Dominicanidad. Archivo General de la Nación, volumen CLII, Santo Domingo, 2012.
(6)Arnulfo Mateo Pérez, siquiatra infantil. Los mellizos de Palma Sola, publicado en el portal de Internet Barrigaverde. Net, el 20 de agosto de 2001.
(7) Wenceslao Figuereo. Apuntes históricos de San Juan. En Internet.
Ponencia presentada por el periodista y escritor Santiago Estrella Veloz, el 5 de mayo de 2012, con motivo de la XV versión de la Feria Internacional del Libro, Santo Domingo, República Dominicana.

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