La primera vez que tuve noticias de la
comunidad de Palma Sola fue el 23 de noviembre de 1962, más de un mes antes de
los acontecimientos del 28 de diciembre de ese año, de manera que en diciembre
próximo se cumplirán 50 años de tan horrorosa historia.
Era muy joven entonces y me había
iniciado en el periodismo en el meridiano La Nación, cubría la fuente de la
policía y nos convocaron a una conferencia de prensa para mostrarnos a 167
dominicanos detenidos como resultado de un primer encuentro entre los
seguidores de Olivorio u Liborio Mateo y la policía. En esos incidentes,
ocurridos en Las Matas de Farfán, resultaron heridos tres policías y veinte
civiles. La policía mostró a la prensa decenas de machetes, garrotes, cuchillos
y puñales, ocupados a los detenidos.
Confieso que todavía pervive en mi
memoria aquella penosa escena, en el estacionamiento del Palacio de la Policía.
Los detenidos eran campesinos pobres, andrajosos, la mayoría descalza y
hambrienta, y muchos de ellos habían sido golpeados rudamente al momento de su
detención. La policía dijo entonces que serían sometidos a la Justicia por
alterar el orden y por no haber concurrido a las urnas en las elecciones de
tres días antes. Sin embargo, luego fueron liberados, no sin antes
advertírseles que la pasarían “muy mal” si volvían a caer presos por alterar el
orden público, por no cumplir con el deber cívico del voto y por rendir culto a
Liborio, un personaje esperpéntico que logró llamar la atención de miles de
seguidores en todo el país, quienes iban a visitarle a Palma Sola para oir sus
prédicas y recibir sus bendiciones en el nombre de Dios.
Olivorio Mateo me recuerda la historia
de Domingo Zárate Vega, el campesino chileno que en los años 50 proclamó ser
“el nuevo Mesías” en pleno valle de Elqui, poniendo de cabeza a las autoridades
de la época. En 1927, cuando tenía 29 años, modificó su vida al afirmar que
frecuentemente se le aparecían personajes divinos. Pronto comenzó a tener
seguidores a quienes bautizaba en el río Elqui. Olivorio Mateo hizo lo mismo a
partir de 1907, cuando creó un verdadero ejército de hombres armados que le
protegían mientras predicaba. Según relatos de viejos sanjuaneros, entre esos
seguidores había criminales y ladrones que huían de la justicia, además de
prostitutas que participaban en bacanales a cambio de dinero proveniente del
contrabando de clerén por la frontera con Haití. Otros vivían de lo que
producían en pequeños conucos de subsistencia o como peones de fincas vecinas.
Igual que sucedió en la República
Dominicana, donde la Iglesia Católica denunció a Olivorio Mateo, en Chile el
Obispo de La Serena, José María Caro, el 25 de abril de 1931 escribió una Carta
Pastoral donde señaló: “Se ha presentado entre vosotros un pobre iluso, de los
que hay muchos en el manicomio, al cual los fieles…lo han acogido como el
enviado de Dios, como el mismo Mesías, nada menos, y le han formado una
comitiva de apóstoles creyentes”.
En mi opinión, Olivorio Mateo no fue más
que un alucinado, de esos que frecuentemente aparecen en muchos países, que
sufría de un delirio místico crónico, que trocó su vida de peón constructor de
cercas de alambre, a la oratoria evangelizadora, a veces casi
ininteligible, con una vestimenta casi
hecha pedazos, una sandalias sencillas—soletas, dicen en los campos—y por una
barba hirsuta y cabellera que crecieron libremente.
A las prédicas de Cristo de Elqui, igual
que a las de Olivorio, concurrían cientos de personas, sin dejar de provocar
burlas entre los más incrédulos.
Fueron miles los que creyeron en
Olivorio. Al solo hecho de verlo, las personas se arrodillaban o le besaban la
mano y, a la vez, le daban gracias por sus palabras, a menudo con un fanatismo
producto de la ignorancia.
Olivorio Mateo y El Cristo de Elqui,
cada uno en su tierra, se hicieron amigos de los enfermos, viejos, huérfanos,
fugitivos y desvalidos, de los “pobres de espíritu” y por sobre todo de las
madres solteras. Los dos, siendo campesinos, contestaban preguntas, con
respuestas desatinadas; polemizaban y daban consejos mediante parábolas dentro
de sus limitaciones expresivas, aparte de que eran curanderos que recomendaban
brebajes que supuestamente los liberarían de sus enfermedades. Los dos eran
desapegados de las cosas materiales. El Cristo de Elqui se buscó una prostituta
que convirtió en su amante—Magdalena—una creyente tan fervorosa que cargaba
siempre una virgen de madera, cuya
cabeza cubría con un paño cuando recibía a sus clientes para la ejercitación de
movimientos pélvicos “non sanctus”.
Olivorio tenía no una, sino tres
barraganas, con las cuales procreó quince hijos. Una de sus preferidas vivía en
Las Matas de Farfán. Olivorio murió en
combate, mientras que el llamado Cristo de Elqui falleció olvidado a los 73
años.
Los dos, el dominicano y el chileno,
despertaron la burla, la indignación, las fantasías y la adoración. La historia
del Cristo de Elqui fue magníficamente recogida en una novela de Hernán Rivera
Letelier, El arte de la Resurrección, ganadora del Premio Alfaguara 2010.
(1)
En el caso de Olivorio, la prensa de
entonces, principalmente el periódico El Cable (2), de San Juan de la Maguana,
llamaba la atención sobre el peligro que podría representar ese hombre para la
seguridad pública, a tal extremo que personalidades de la villa apelaron al
Gobierno Militar de Ocupación, solicitándole que pusiera coto a sus desmanes,
pues hubo un momento en que el predicador y sus seguidores llegaron a
incursionar a menos de un kilómetro del poblado, borrachos y disparando tiros
al aire, todos con pañoletas en la cabeza con pedrería barata que era uno de
sus símbolos distintivos.
Esa queja fue la que determinó la
persecución de que fueron objeto Olivorio y compartes, produciéndose numerosas
escaramuzas en las que hubo muertos y heridos, entre ellos solados
norteamericanos, hasta que finalmente las tropas extranjeras y miembros de la
entonces Guardia Republicana, dieron muerte a Olivorio el 27 de junio de 1922,
en el sitio llamado La Hoya del Infierno, cordillera adentro por los lados de Bánica,
según testimonio recogido por el escritor Emigdio Osvaldo Garrido Puello, en un
libro que escribió sobre el mencionado personaje.
Garrido Puello era una autoridad para
hablar de Olivorio, pues le conoció personalmente y entrevistó a muchos de sus
seguidores. (3)
“Olivorio—dice Garrido Puello—pudo haber
sido un episodio intrascendente, una ráfaga aficionada que pasa, un momento de
locura en la vida accidentada de un pueblo; pero la ignorancia y la incuria le
dieron vigencia, lo transformaron en realidad y le hicieron una historia que
aunque sucia y fea, pesará siempre sobre San Juan de la Maguana como una
montaña” (4)
Sin embargo, a pesar de esos juicios,
gente culta de San Juan de la Maguana, sobre todo en la zona urbana, cree en el
“olivorismo”, sin ser militantes, aunque también se confiesan católicos, lo que
demuestra un sincretismo religioso. Es probable
que por esa razón la Iglesia Católica sea ahora más tolerante con el
“olivorismo”, quizás ante el temor de perder fieles.
Conocí y traté a Garrido Puello, apodado
don Badín, quien siempre me hablaba de ese tema. Incluso le compré un solar
donde fabriqué mi casa en Manoguayabo.
Hay quienes sostienen que Olivorio Mateo
fue un antiimperialista porque se enfrentó a las tropas norteamericanas que le
perseguían. No creo que el personaje en cuestión tuviera una noción de Patria
como para defenderla como hicieron los guerrilleros del Este a partir de 1916
sin ser fanáticos religiosos, sino que sencillamente se defendió porque era
perseguido junto a sus hombres. No he visto un solo documento que pruebe que el
brujo cocolo llamado Samuel, su lugarteniente, le indujera a ser
antiimperialista.
Los diferentes gobiernos se habían hecho
de la vista gorda ante la existencia del olivorismo, hasta que su líder fue muerto.
Olivorio creó a su alrededor una aureola llena de misterio y misticismo,
asegurándose que tenía la facultad de hacerse invisible, curar dolencias,
resucitar muertos y otras creencias similares. Sus seguidores crearon prácticas
religiosas mesiánicas bajo el amparo del olivorismo, las cuales pervivieron por
cerca de 40 años luego de la muerte de Olivorio Mateo, y que aún perviven en la
región sur de la República.
Como parte de su culto en la región,
quedó la idea de la creación de un movimiento capaz de luchar por la salvación
del mundo. Esto fue recogido en 1962 por los hermanos mellizos Ventura
Rodríguez, quienes crearon en el paraje llamado Palma Sola, un movimiento que
seguía las prédicas de Olivorio Mateo, con seguidores incluso en el Cibao, por
los lados de la Cordillera Central (5).
En varias ocasiones se conminó a los
mellizos a desalojar a sus seguidores de ese lugar, a lo que éstos se negaban,
diciendo que no temían a las balas “porque se convertirán en copos de algodón”
(6). Posteriormente fue apresado uno de los mellizos y trasladado a la ciudad
de Santo Domingo, para ser interrogado, presumiéndose que fue presionado para
que abandonara el propósito de concentrar personas en Palma Sola. En realidad,
además de los mellizos, había otro hermano: se llamaban Hilario, Eloy y Manuel
Ventura, quienes revivieron el culto a Olivorio. El detenido fue llevado en
helicóptero a Palma Sola desde la capital para que exhortara por altavoces a
los cientos de creyentes que se encontraban en el lugar. La mayoría, por no
decir todos, se resistió al llamado.
Los primeros reportajes previos a la
matanza fueron publicados los días 19 y 20 de noviembre por el periódico El
Caribe, bajo la firma del periodista Radhamés V. Gómez Pepín, actual Director
del vespertino El Nacional.
Con anterioridad, el día 4 de noviembre,
42 organizaciones de San Juan y Las Matas de Farfán dieron un plazo de ocho
días al Consejo de Estado “para que terminara esa anormalidad bochornosa, que
está causando considerables deterioro a las buenas costumbres, la religión y la
economía de una amplia zona del centro sur del país”.
Los firmantes del documento amenazaron
con apelar “a todos los procedimientos, agotando totas las acciones a nuestro
alcance para que finalice este estado de primitivismo, inexplicablemente
tolerado, que constituye una afrenta para la región”.
El Caribe había publicado tres
editoriales, el más contundente de ellos el 8 de diciembre, en el que decía que
“a pesar de que es un hecho comprobado que en el sur del país han logrado someter
a su voluntad millares de ingenuos campesinos
mediante supercherías…las autoridades no han hecho nada para poner coto
a estos antisociales.
El día 11 de diciembre, el entonces
procurador general de la República, Manuel García Vásquez, anunció que viajaría
a Palma Sola “para actuar y buscar una solución al caso”, para luego añadir:
“El gobierno (vale decir, el Consejo de Estado) atiende las peticiones de los
Ayuntamientos y de la región sur de la República para que se ponga coto al
ejercicio de la superchería en aquella zona”.
Para el día siguiente, 12 de diciembre,
se había anunciado una paralización total de las actividades en San Juan de la
Maguana y Las Matas de Farfán, “en caso de que las autoridades no se decidieran
a terminar con la labor de superchería de los mellizos, iniciadas hace más de
un año”.
El caso tomó un giro político cuando el
gobernador de San Juan, Alberto Dimaggio, entregó a El Caribe algunas notas
recogidas durante su visita a Palma Sola, en las que se afirmaba que el
nombrado Domingo Antonio Bautista “se dedicaba a inscribir a los creyentes en
la Unión Cívica Nacional”, que representaba la derecha reaccionaria de entonces
y de la que formaban parte algunos miembros del Consejo de Estado.
Sin embargo, en el periódico La Nación,
días antes, acusaba de esa labor al Partido Revolucionario (PRD) y al Partido
Nacionalista Revolucionario Dominicano (PNRD), cuyo líder era el general Miguel
Angel Ramírez Alcántara, un legendario antitrujillista considerado un héroe por
haber peleado en Costa Rica, junto a José Figueres, en la guerra que se inició
en 1948, cuando el Congreso de ese país se negó a reconocer el triunfo del
opositor Otilio Utate Blanco.
La versión ofrecida por La Nación es la
que más creo, pues Ramírez Alcántara era nativo de San Juan e incluso tenía muchos
simpatizantes entre los campesinos, entre ellos los olivoristas.
Ramírez Alcántara, quien permaneció
exiliado durante toda la Era de Trujillo, retornó al país tras la caída de la
dictadura y formó el PNRD, que desapareció tras su muerte.
La prueba de su popularidad en San Juan
es que salió electo Senador de la República en las elecciones de 1962. Su
elección pudo haber sido vista con recelo por altos estamentos de Poder, pues
entonces se debía que el PNRD había formalizado una alianza con la Agrupación
Política 14 de Junio, para que le apoyara en San Juan. No hay que olvida que el
14 de Junio no participó en esas elecciones.
Según el escritor Wenceslao Figuereo (7)
la Iglesia se oponía—y se opone—al olivorismo
“pues ve en él una competencia en cuanto a las creencias de la gente.
Prueba de esto lo constituyen las declaraciones del entonces obispo de San
Juan, el norteamericano Thomas F.
O´Reilly, y los curas redentoristas también norteamericanos, de la
Diócesis de Las Matas de Farfán, protagonistas de primer orden en la Matanza de
Palma Sola, junto con los militares y
civiles neo trujillistas que los secundaron en su acción en acción dantesca de
corte fascista”.
Es entonces cuando el 28 de diciembre se
produjo la cacería de campesinos indefensos, de parte de fuerzas militares y
policiales, produciéndose como resultado una supuesta “confusión” en las
tropas, resultando muertos y heridos algunos miembros de los cuerpos armados.
Fueron tantos los muertos, que en aquella oportunidad se dijo que se cavaron fosas
comunes para depositar los cadáveres. Uno de los mellizos murió en la balacera.
El general Miguel A. Rodríguez Reyes, quien comandaba las tropas del Ejército,
también cayó abatido a balazos, mientras militares de su escolta salieron
heridos, sin conocerse hasta ahora los pormenores verídicos del caso. Nunca se
hizo una autopsia al cadáver del general Rodríguez Reyes, al menos que yo sepa,
que habría arrojado luz acerca de qué tipo de arma lo mató.
Hay quienes mantienen la tesis de que la
matanza fue provocada para tenderle una trampa al mencionado general, que se
perfilaba como el futuro Ministro de las Fuerzas Armadas del Gobierno de Bosch.
Personalmente no creo que fuera así, a menos que alguien estuviera volviéndose
loco, pues tratar de impedir asumir la Presidencia a un hombre que logró el
59.53 por ciento de los votos en las primeras elecciones libre y limpias tras
el ajusticiamiento de Trujillo, posiblemente habría provocado una insurrección
popular y un amplio repudio de la comunidad internacional.
No hay que olvidar que para esos días
estaba en el Poder el liberal norteamericano John F. Kennedy, quien bastante
tenía con el conflicto de Vietnam, en el que Estados Unidos estaba involucrado,
pero además afectado todavía políticamente con motivo de la derrotada invasión
de Bahía de Cochinos, en Cuba, en la que participaron exiliados cubanos
entrenados, financiados y dirigidos por la CIA, en abril de 1961.
El olivorismo, no cabe duda, forma parte
del entramado popular dominicano, caracterizado por prácticas
mágico-religiosas, que nos se puede eliminar por la fuerza de las armas, ni por
Resoluciones o Decretos.
Estoy convencido de que sucesos como los
de Palma Sola se producen como resultado del abandono de que tradicionalmente
han sido víctimas los campesinos por los diferentes gobiernos, especialmente en
cuanto se refiere a proporcionarles una mejor calidad de vida y mayor
educación, para liberarlos de las mañas de los brujos, curanderos y fanáticos
religiosos. Mientras no se conceda más apoyo a la educación, privilegiándola
para que sea de calidad, no para crear más burocracia, se corre el riesgo de
que se produzcan hechos como los de Palma Sola, donde todavía hoy continúa
practicándose el culto a Olivorio Mateo.
Muchas gracias
por escucharme.
Bibliografía
(1)
El arte de la Resurrección. Hernán Rivera Letelier. Editora Alfaguara, 2010.
(2)
El Cable, periódico sanjuanero que circuló ampliamente dentro y fuera del país
en los años 20, entre 1921 y 1930, fundado y dirigido por E. O. Garrido Puello.
(3)
Véase “Perlas de la pluma de los Garrido”, de Edgar Valenzuela, volumen
LXXXIII, publicado por el Archivo General de la Nación, Santo Domingo, 2009.
(4)E.O.
Garrido Puello. Olivorio Mateo, ensayo histórico, Santo Domingo, Librería
Dominicana, 1963.
(5)Carlos
Andújar Presinal. Meditaciones de Cultura. Laberintos de la Dominicanidad.
Archivo General de la Nación, volumen CLII, Santo Domingo, 2012.
(6)Arnulfo
Mateo Pérez, siquiatra infantil. Los mellizos de Palma Sola, publicado en el
portal de Internet Barrigaverde. Net, el 20 de agosto de 2001.
(7) Wenceslao Figuereo. Apuntes históricos de San
Juan. En Internet.
Ponencia
presentada por el periodista y escritor Santiago Estrella Veloz, el 5 de mayo
de 2012, con motivo de la XV versión de la Feria Internacional del Libro, Santo
Domingo, República Dominicana.
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